Oh no.

15.05.2012 18:16

Ayer iba con unas amigas en la micro. Íbamos felices, riendo, jugando y diciendo incoherencias, algo en lo que somos expertos. 

Se bajó la primera, unos 10 minutos después la segunda, en la tercera parada nos bajamos yo, un amigo y la tercera amiga. 

Caminamos, era de noche. Llegamos a la casa de nuestra amiga. Yo y mi amigo pedimos agua. 

Me tomé el agua lentamente, no sé por que, bueno sí, no quería llegar a mi casa. Mi amigo iba como en el tercer vaso de agua y yo recién acababa el primero. Mi amiga me presionaba a tomarlo rápido.

Luego de media hora de tomer agua, le pedí un segundo vaso... ¡LA HIJA DE PUTA NO QUISO DARME! Yo muerto de sed y no quiso darme.

¡Pero eso no es todo! Cómo Dios no me quiere, luego de eso, salió un olor de dudosa reputación, no, no era un pedo, era algo peor. 

¡Pisé caca de perro! Imagina, imagina el olor que tenía. Bueno, mis dos amigos se burlaron. Debíamos irnos, así que nos despedimos de mi amiga, sin antes, darle un festival de la canción de su timbre y gritando que éramos testigos de Jehová. 

Pisé caca de perro, venía hablando con mi amigo y saliá un olor repugnante, aparte... ese excremento estaba nuevo. Mi amiga tenía un perro, estoy seguro que estaba arrecho conmigo por que no le hice cariño, se enojó y a cambio... dejó su huella, sabiendo que la iba a pisar por que era de noche y literalmente no se veía ni mierda.

 

Limpié los zapatos, con un montón de arcadas, por que, para más, el perro había echo su monumento más épico, grande, viscoso, grasoso y sobre todo... Oloroso. 

Supongo que cuando vaya a dejarla de nuevo, tendré más cuidado, le haré cariño al perro y tomaré el agua más lento aún.

 

 

 

 

Benja Rhein, niño afectado psicológicamente y socialmente por ese excremento.