Lágrimas Verdaderas.
- La felicidad que yo, cuando vivía tenía, me fue arrebatada.
- Eso... Eso no es ciert...
- ¿¡Entonces... te casarías conmigo!?
Yo... Yo no sabía que responder ante esa pregunta. Solo pude mirar sus brillantes y enormes ojos que me suplicaban un sí. No sé que iba a decir, pero escuché una voz que provenía desde mi espalda.
- ¡YO LO HARÉ! - Hubo una pequeña pausa y mis ojos se cruzaron con los de él. - Yo me casaré contigo. Hablo enserio.
- Imposible... ni si quiera me conoces de verdad.
- No me importa como eras cuando vivías... ni en que condiciones o si tú felicidad fue arrebatada. ¡Yo me casaré contigo! Sin importar qué defectos tengas.
- Yo no puedo caminar. Ni si quiera pararme.
- ¡Dije que no me importan tus defectos! Aunque no puedas caminar, ni pararte.. Aunque no puedas tener hijos ¡Aún así me casaré contigo!
Él parecía muy seguro y sus palabras también. Ella sonrío de una manera angelical y sus ojos se tranquilizaron. Él hablaba enserio y ella y yo lo sabíamos. Él se iba a casar con ella. Él continúo hablando.
- Siempre estaré a tu lado. La mujer que conocí aquí no es una farsa. Eres tú. Sin importar donde nos conociéramos. Aún así me habría enamorado de ti. Sí alguna vez nos llegamos a conocer, por más mínima que sea la probabilidad... Aunque de nuevo estés en un cuerpo que no se mueva... Me casaré contigo.
Ella estaba emocionada, los dos estaban muy cerca y a ella le brillaban un poco los ojos. Eran lágrimas verdaderas.
- No nos vamos a encontrar. Yo estaré atascada en mi casa.
- Yo seré jugador de béisbol. Un día, cuando menos lo esperemos, romperé la ventana de tu casa. Cuando vaya a buscar la bola, ahí estarás tú... y ahí me enamoraré de ti. Así nos vamos a conocer. Después de hablar un poco, vamos a comenzar a llevarnos bien. Empezaré a ir a tu casa todos los días, te cuidaré... ¿Qué te parece?
- Sí... Oye, cuando llegue ese momento... La única que siempre me cuidó fue mi mamá... la única que se esforzó por mí. También cuídala a ella, ¿Sí?
- Yo voy a encargarme.
- Estoy tan feliz.
De las suaves mejillas de Ella brotaron lágrimas verdaderas y sinceras. Ella en verdad estaba feliz. Él la abrazó por un momento, pero solo duró eso... un momento. Ella había desaparecido de este mundo... para volver a la vida y probar suerta o volver a sufrir como lo hizo la primera vez. Ella había desaparecido solo dejando recuerdos, aroma y una felicidad incalculable. Pero Ella se había ido.
- ¿Estás bien con esto? - Le dije. Se tardó en responder y soltó un suspiro a los minutos.
- Claro que sí.
- ¿Y ahora que harás?
- ¿Yo? Yo estaré aquí hasta el final. Todavía hay muchas personas aquí por las cuales preocuparme.
- Claro...
- Además, Ella no se ha ido del todo... En mí están sus lágrimas verdaderas. De alguna forma... ése es mi tesoro más preciado de éste y el otro mundo.
La mayor parte de éste diálogo es extraído de otro lugar. Yo le agregué mi toque simplemente. Gracias si lo leíste.