Un pequeño cuento.

24.08.2012 22:46

 

La fiesta estaba animada. Creo que la estábamos pasando bien, o al menos, ella se veía feliz. 
Recuerdo que era una fiesta realmente hermosa la que estábamos teniendo, ella cumplía ya 18 años, ella era el amor de mi vida, o hasta ese instante lo era. 
Hace poco, habíamos tenido una gran pelea, casi nos separamos, pero supongo que el amor fue más fuerte y seguíamos juntos. Era una relación de amor y odio, más de odio... 

Estaba conmigo, la abrazaba y la llenaba de besos enfrente de todos, me sentía alegre. A pesar de los problemas, podíamos pasar esta noche juntos, especialmente luego de tanta mierda que había pasado entre los dos.

 

Hasta que llegó él.

 

Desapareció de mis brazos, ya no la abrazaba, volvía a abrazar el aire. Supongo que tuvo que ir a ver ciertas cosas, o eso pensaba. Intenté seguir pasándola bien con mis mejores amigos, que también estaban presentes en la fiesta, lo intenté. Todo iba relativamente bien, hasta que la vi entrar con él. No precisamente era su ex novio, quizás habían pasado ya dos o tres años desde que tuvieron cierta conexión. Solo me miró... y por el resto de la noche me ignoró.

 

No quería arruinarle la fiesta, solo debía fingir y soportar, al menos una vez pensaría en alguien que no fuera yo. Intenté pasarla bien, lo lograba y me olvidaba de ella, pero luego escuchaba su risa, otro la hacía reír. No sé si habrá puesto en mi lugar, pero me miraba siempre, sus ojos decían que le gustaba que yo sufriera allí.

 

Llegó un punto que no soporté más. Ella me miró y yo le devolví la mirada. Sí había algo en lo que me caracterizaba era tener una mirada expresiva. Con mi mirada reflejaba mis sentimientos. Esa mirada fue fría. Luego me paré, pasé por delante de ellos, que estaban sentandos en una especie de sofá, pero qué estaba en el suelo. Abrí la puerta y luego la reja, que estaba entreabierta... hizo un riduoso chirrido. Tenía un pie a fuera, cuando alguien me tomó del hombro. 

 

- Hey, ¿Dónde vas? - Era ella. 
- No te preocupes, voy a ir a buscar algo que tengo para ti, es tarde, creo que tendré que irme luego. - Dije. Aun no me daba vuelta, yo le hablaba al aire y ella a mi espalda. No era un buen momento de mirarnos, ni si quiera de tocarnos, de hecho, era el peor momento para hablar. Solo tuvo que dejarme ir. 
- Ah, creí que te habías enojado o algo por el estilo.
- ¿Debería tener una maldita razón para estar enojado? 
- No lo sé, eso solo lo sabes tú, asegúrate de volver pronto. Nos vemos. - Luego de eso, cerró la reja y sentí un portazo. 
- Claro.

 

Comencé a caminar por la gran avenida donde ella vivía. Eran recién las 10:30 de la noche, la fiesta aún tenía mucha vida. Y en vez de estar pasando un gran rato con ella, ella estaba, creo yo, riendo con otro. Es un sabor agridulce ¿Saben? Por un lado, estás feliz que tu persona especial esté riendo, esté pasándola bien... pero por otro, te entristece saber que el que la hace llorar de la risa, no eres tú. Llegué a la esquina... Pasaban varios autos y había mucha gente caminando por allí. 

 

Me senté en la orilla de la berma, puse mis codos en mis rodillas mientras agarraba mis manos. Hacía frío y lanzaba ese típico vapor. Coloqué en mi celular las canciones que nos dedicamos, cerré los ojos y perdí la noción del tiempo.

 

Mientras volaba en mis pensamientos, y en los recuerdos malos y buenos, la música fue interrumpida por el tono de mi celular. Tome mi calma para contestar.

 

- ¿Hola, con quién? - Respondí con voz cabizbaja. 
- Oye, oye... ¿Dónde carajo te has metido? - Era mi mejor amiga, que también estaba allí.
- Estoy buscándole el regalo. 
- ¿Qué regalo, mentiroso? No le tenías ningún regalo, ya se los diste todos. - Ella era mi mejor amiga, sabía todo de mí. 
- Creo que no puedo engañarte. - Reí. - Voy a estar aquí un rato más, necesito despejarme, sabes mejor que yo como están las cosas. - Ella suspiró.
- Bonita esta fiesta, la anfitriona desaparece y el co-anfitrión también. Estamos solo celebrando. - Rió. - Hablando enserio, no se veía con buen aspecto. Cogío un chaleco y se fue corriendo. 
- De seguro tenía algo que hacer, alguien la llamó o algo. Ella no es de las que correría tras de mí por un berrinche, que para ella es infantil. 
- Quizás, pero su mirada era diferente. Deberías volver luego, te llamo si ella vuelve. Por cierto, él aún está aquí. 
- Nos vemos luego. - Y corté.

 

Es cierto, ella no es de esas personas que correrían por otra. A pesar de eso la amaba, pero a veces... solo a veces, pedía a gritos que corriera por mí. En fin, volví a mi posición y a escuchar música... volví a perder la noción del tiempo.

 

- Oye... ¿Cuánto planeas  estar aquí? - Una voz muy familiar, me lo decía calmada. - Hace frío y solo estas con una remera. Vas a resfriarte. 
- No importa. - Respondí mientras bostezaba. - Eso da igual. Está todo el mundo buscándote, deberías ir a tu fiesta.
- No, desde que saliste de la casa que te vengo siguiendo... ¿El regalo, lo vas a encontrar allí sentado? Al final mis sospechas eran ciertas, no hay ningún regalo, tú estas molesto. - Dijo ella, mientras se sentó a mi lado. Me abrazó, pero le corrí el brazo. 
- ¿Qué sabes tú si estoy enojado? ¿Es enojo esto? No lo es, es algo... que no puedo explicar. No quiero abrazarte por ahora. Sí, eso es lo que pasa, estoy celoso. Será mejor que vayas a tu fiesta, se desanimará si no estás. - Ella se paró, estaba un poco enojada creo.
- ¿Qué harás tú? Vas a morir de frío y no me importa ya la fiesta, será aburrida sin ti. 
- ¡Por favor! ¿Será aburrida sin mí? Has estado todo el tiempo mirándome mientras coqueteas con otro, ni si quiera has notado mi presencia.
- Cuando te paraste y te ibas, fui a ver que pasaba.
- No, tu fuiste a ver que pasaba porque sonó la reja, si no, aún no te das cuenta de mi ausencia. Pero no te preocupes... es tu cumpleaños, cumples 18... y quizás esto son berrinches de niños pequeños. Una vez me dijiste que fuera más hombre, intenté crecer y madurar... pero este es mi límite, solo tengo 16 años, no puedo ni puedes pretender que me eleve a tu edad.
- Celoso... es increíble que ni si quiera en mi día más especial puedas verme feliz. Siempre eres tú, tú y tú... para ti no existe nadie más que tú. Él solo... él solo vino porque somos amigos. 
- Lo entiendo, lo entiendo... pero espero que para mi cumpleaños número 17, cuando yo invite a todas mi ex's con la estúpida excusa de "son mis amigas" Espero, que puedas entenderme... Quizás nunca lo entiendas, porque talvez para ese entonces, no estaremos juntos. 
- ¿Vas a terminar con esto, sólo por que él vino? 
- No lo he terminado, no lo voy a hacer. De seguro mañana será un nuevo día, como también te aseguro que no te amargaré la noche. 
- Idiota... haciendo este show. Me sorprendes.
- Coquetea, fuma... bebe y haz lo que quieras, con quien quieras. Prefiero quedarme aquí, con mis pensamientos de que estás acostándote con él... prefiero eso a ver como te acuestas con él. Yo me quedaré aquí.
- No puedo... no puedo creer como dices eso. Siempre te he sido fiel.
- ¿Yo no? ¿Pones eso como excusa para traerlo? Creo que no deberías cumplir 18, pareces una niña. No seguiré discutiendo. 
- Tengo varias cosas que decirte aún. - Coloqué mis audífonos y aunque la escuchaba, disimulé no escucharle nada. - Oye... no me ignores. - No le hablaba. - Vete al puto carajo, terminamos. - Entonces sonreí.

 

Ella se fue y volvía a estar solo. Lo que ella no sabe es que ya le dí el regalo que tanto estaba buscando ahora... su maldita y podrida libertad para acostarse y besar a quien se le diera la gana. Sonreí y pensé... "Este es mi regalo. Sé libre... haz lo que quieras con quien quieras"

 

Luego a las semanas me llegaron rumores que al fin y al cabo, ella durmió con él. Dolió. De hecho, pensé que aunque la deje en libertad, me iba a buscar de nuevo, pero no lo hizo. Así que yo me busqué a otra... no costó encontrarla. 
Ahora cada uno vive su vida, yo al menos, estoy soltero. Jamás olvidaré esa noche, la noche en que entregué el mejor regalo, que fue improvisado y también... la noche donde mi, en ese entonces, novia... me decepcionó.

Por cierto, yo también dormí con la otra que me busque.

 

 

Y así fue... como la bella historia de ellos acabó. Cada uno terminó en la cama con personas que no debieron. Cada uno buscó el calor del otro en otras personas... Cuando no tuvieron el coraje y el orgullo de pedirse perdón.