Rión.

19.07.2012 02:44

Bueno... esta es una nueva historia, aunque la empecé hace poco, me ha gustado mucho. Hasta ahora tengo solo el primer capítulo que lo terminé hace poco. Pero bah... ahí va.

Dedicación: Este cuento o historia, como quieras llamarlo se lo dedico a: Nadie... ninguno quiere leer mis historias, no les importo, los odios. (Los amo ;3) 

 

Advertencia: Si no tienes tiempo para leerlo, deberías irte, es una historia larga, de 60 páginas e incompleta, debes tener tiempo y motivación para leerlo.

 

Capítulo 1: Yo soy Rión.

Los libros. Amo los libros... mi sueño sería vivir en una biblioteca repleta de libros de todos los siglos. Es un sueño un poco raro para un chico de 15 años. Cursando segundo medio y con un talento inusual para la escritura.

Mi nombre es Rión y estudió en el Colegio Privado Itsuka, un colegio el cual últimamente se mezclan a estudiantes sudamericanos, europeos y estudiantes asiáticos, para ver el resultado del impacto de estas tres culturas. Éste colegio se encontraba en Londres, Inglaterra. Londres era bastante grande, por lo cual, algunos de los alumnos íbamos a vivir en un pueblo que estaba a las afueras de la impotente Londres, mientras que otros vivirían en Londres, los más privilegiados.

Mi padre era chileno pero mi mamá era asiática. Ella era novelista y estaba visitando Chile para conocer un poco más de la cultura. Cuando conoció a papá y se enamoraron perdidamente. Ella estuvo aquí por unos cortos 6 meses, cuando tuvo que devolverse a Japón. Aún así ellos dos prometieron volver a verse y establecieron una fuerte relación a distancia. Antes de irse mi mamá a Japón ellos tuvieron su única y especial noche... de la cual 9 meses después salí yo.

Mi papá era un obsesivo con eso de los signos zodiacales. Yo nací en Agosto, por lo cual mi signo era Leo y de ahí viene mi nombre “Rión” un juego de letras de la palabra “León” aunque la condición para ponerme ese nombre era que mi primer apellido fuera el de mi madre “Kizoku” Yo nací en Japón, pero a los días de nacer, mi madre volvió a Chile y me inscribieron con nacionalidad chilena, ya que... yo iba a vivir con mi papá.

De eso han pasado 15 años. Y ahora con esto de la escuela Itsuka, mi papá y mi mamá me mandaron a Inglaterra, solo a estudiar a esa escuela. Mientras ellos recuperan el tiempo perdido gracias a los viajes de mamá.

Disfruté todas mis vacaciones, fui a Japón, estuve en Chile y hace una semana atrás llegué a Inglaterra. He estado aprendiendo mucho sobre su historia y quizás escriba una que otra reseña sobre el gran imperio Inglés.

Mi talento para escribir, de seguro lo heredé de mi madre, aunque ella no es una novelista tan reconocida, pero creo que saqué su talento por que cuando me propongo escribir lo hago y de manera muy buena. Y de cualquier cosa lo hago. A mis 15 años, ya soy reconocido medianamente por mi país, he publicado un par de cuentos y críticas en diarios locales chilenos. Eso me ha dado cierta reputación... así que mi mamá y mi papá están muy orgullosos de mí.

La ciudad de Londres era hermosa, sus brillantes calles, sus altos y ambiguos edificios. La gente es muy sociable y aunque aún no domino del todo el idioma anglosajón, de seguro que lo haré de manera muy buena en un periodo corto.

Por cierto, las clases comenzaban mañana. Aunque en esta semana he estado quedándome en un hotel en Londres. Ahora debo ir al pueblo donde me voy a quedar, ver mi habitación y conocer a la persona que es dueña del hotel, donde me quedaré.

Eran las 8 de la noche y las luces de Londres brillaban al igual que todas las personas. Pasé a buscar mis cosas al hotel en el que me estaba quedando. Agradecí a todos, pagué lo que tenía que pagar, con mochila y un bolso en mano, fui hasta la estación de trenes de Londres.

La estación de trenes de Londres tiene salidas activas desde las 6 de la mañana hasta las 10 de la noche y en teoría los trenes pasan durante toda la noche, luego de las 10 de la noche ya se hacen menos frecuentes, pero en teoría los trenes funcionan las 24 horas.

Compré mi pasaje hacía el pueblo que desde ahora y por los siguientes tres años serían mi hogar. Esperé en el andén a que pasara el tren. La brisa londinense era muy conmovedora. No sé porque pero me acordé de mis padres... ¿Qué estarían haciendo? ¿Dónde? Yo no paso mucho tiempo con mi madre y siempre la extraño mucho. Cada vez que puedo verla, o tengo que ir a un instituto en un país donde no conozco ni hablo su idioma o mi mamá se va a Japón. A veces me encantaría pasar más tiempo con ella.

Mientras me perdía en mis pensamientos, el tren llegó a la estación. Mi papá me dejó en un papel las instrucciones para llegar al hotel. Debía parar en la última estación de Londres y luego tomar un autobús hacía el pequeño pueblo.

El tren de Londres es muy rápido y sin dudas deja en vergüenza al de Chile, aunque igual iba lleno, pero yo pude coger mi asiento y de ahí nadie me sacaba. Seguía pensando pero ahora pensaba en cómo sería mi vida aquí, como objetivo debería conseguir amigos, porque estoy totalmente solo. Me pregunto si tendré que seguir escribiendo para los diarios chilenos o si me contratarán aquí en Inglaterra, tengo muchas dudas, pero con el paso de lo días deberé aclararlas.

Al fin y al cabo la última estación de tren había llegado. Me demoré algo así como 15 minutos. Y estaba en la parada de autobús. Sin nadie a mi lado. Había un bosque y un minimarket a lado de la parada. Iba a ir a comprar algo pero justo ahí el autobús se acercaba rápidamente. Levanté el dedo como de costumbre para hacerlo parar, paró, entré y le pagué con unos dólares que traía en mi bolsillo. Luego de eso me senté, el autobús iba casi vacío.

Me puse a leer uno de mis cuentos favoritos que yo mismo cree. Se trataba sobre dos chicos que se enamoraban perdidamente con todo el amor adolescente y que al estar volando en la fantasía tenían que subsistir con el inevitable choque con la realidad.

Comencé a ver por la ventanilla del bus unas pequeñas casas y unos vastos campos, con animales por todos lados. Un letrero grande divisé a lo lejos “Bienvenidos a:  El nombre del pueblo, aquí es donde debo bajarme. Apreté el botón que indica que solicito que el bus pare. Lo apreté y no paró... esperé unos segundos, el autobús se detuvo y abrió sus puertas. Bajé y el pueblo era bien modesto. Un par de casas pequeñas, campo, otro minimarket y enfrente de la parada de autobús un pequeño parque con juegos, me esperaba una vida tranquila y eso me agradaba. Aparte en un ambiente así, me sería más fácil concentrarme en escribir.

Mire hacia la derecha, luego a la izquierda. Después observé el papel con las indicaciones.

“Cuando te bajes del autobús, mirarás al frente y verás un parque y si subes un poco tu mirada podrás ver el letrero del hotel, cuídate, papá”

Hice lo que se decía y sí. Ahí divisé el letrero.

“La casa del tío Sam” “Así que el dueño es hombre” Pensé.

Crucé el parque, había una pareja, me miró y continuaron besándose. Yo a mis 15 años y a pesar de ser un escritor... aún no daba mi primer beso. Quizás este año lo daría y cabe la posibilidad que sea con una asiática, europea o sudamericana... vaya.

Seguí caminando por un estrecho callejón, había un perro que me ladró, me asusté pero luego me movió la cola y pude hacerle un cariño en el lomo, se veía con hambre, quise darle algo para comer pero no tenía nada, así que le acaricié un poco más el lomo y me marché.

El edifico tenía 5 pisos y un gran letrero “Welcome to the house of uncle Sam” sin dudas este era mi nuevo hogar. A pesar de estar en un pueblo de Londres, tenía un estilo más bien asiático. Con sus puntas encorvadas y su estilo japonés. Iba a entrar pero tropecé con el perro que hice cariño hacía un rato atrás. Me dio pena, pero no podía traerlo conmigo. Le hice un poco más de cariño y entré con el dolor de mi alma.

* ¿Hola? – La recepción estaba compuesta por dos sillones, un mueble grande donde estaban las llaves y el timbre. Y dos puertas detrás de ese mueble, las habitaciones de los hombres y la de las mujeres, supuse. Nadie atendió a mi llamado. - ¿Hola? – Repetí.

* ¿Tú eres el chileno? – Escuché una voz femenina que venía de la puerta de entrada

* Oh, hm sí. – Me di vuelta y pude apreciar a una mujer de no más de 35 años, era hermosa, alta y con el cabello rubio, tenía un buen cuerpo y sus ojos verdes penetrantes. Era la mujer más hermosa que había visto en mucho tiempo.

* ¡Hola! Yo soy la dueña de este hotel.

* ¿Y Sam? – Pregunté. Ella rió.

* Es solo un nombre, me gusta el nombre Sam.

* Entiendo. – Sumando a todos los atributos que describí antes... su voz era cautivadora.

* ¿El perro de afuera es tuyo?

* Eh... sí, no, no sé. - ¿Por qué estoy tartamudeando?

* Bueno... si no es tuyo, entonces creo que lo adoptaré.

* Oh claro... bueno él me siguió desde que llegué al pueblo.

* No hay problemas en que se quede. A Jessica le va a encantar. ¡Jessica!

De la puerta de las mujeres salió una muchacha con un pelo café, un poco más pequeña que yo, pero por poquísimo, vestía unos jeans apretados y ella también tenía los ojos verdes. Venía con el pelo tomado, era la segunda mujer más hermosa que había visto en el día.

-          ¿Qué sucede? – Preguntó. Mientras sostenía sensualmente su pelo. La mujer hizo una seña para que Jessica mirará al perro que movía la cola y estaba muy feliz. - ¡Pero qué hermoso! ¿Me lo puedo quedar? ¿Sí? – Estaba bastante emocionada e ignoraba por completo mi presencia. Por mí pensaba que… que mujeres más hermosas.

-          Claro, claro… pero deberías agradecerle a aquél chico que trajo este perrito consigo. – La mujer me señaló con el dedo. Jessica me miró.

-          Gracias. – Dijo en seco.
Intenté responder pero solo moví la cabeza.

-          Disculpa, no me he presentado. – Dijo la mujer. – Me llamó Cecilie. Y soy la dueña de este hotel y madre de Jessica. – Como no suponerlo. Son iguales. – Tú papá vino hace un tiempo y te tenemos guardada la habitación 20, ten las llaves y por favor descansa. – Me pasó las llaves doradas.

-          Gracias… ¿Por qué hablas tan bien español?

-          Estudié un poco de lenguaje asiático y español. Hace 3 años que estudio, para poder atenderlos.

-          Entiendo. Gracias por su comprensión.

-          Ve y descansa.

Pasé por a lado de Jessica y el perro. Parecía hambriento. Paré ahí mismo y busqué algo que darle de entre mi mochila. Encontré unas migajas de pan. No es mucho, pero al menos podría calmarle el apetito.
Me agaché y le di las migajas. Se las devoró.

Luego de eso, me paré, cerré mi mochila y me marché a mi habitación.

 

Eran ya cerca de las 10 de la noche. Estaba acomodando mis cosas, ya tenía casi todo listo. Aunque la habitación estaba algo polvorienta y un poco sucia, preferí lanzarme a la cama y dejar todo para mañana. Me lancé en la cama… era de verdad muy cómoda. Había un balcón. Perfecto para mirar y poder escribir.

Alguien tocó a la puerta. Me levanté de la cama y fui a abrir. Era Jessica.

-          H-Hola. – Saludé.

-          Hola… esto… ¿No necesitas ayuda? – Su pelo café hermoso ahora estaba suelto, se veía el doble de hermosa que antes.

-          No, bueno… me quedan las últimas cosas y limpiar un poco, pero eso lo puedo hacer por mí mismo. – En ese sentido era muy independiente, no me gustaba que me hicieran las cosas.

-          No te preocupes por eso. – Dijo. – Yo me haré cargo, por ahora podrías ir e intentar darte el baño más relajante que puedas.
Iba a rechazar la oferta… pero Jessica me empujó hacía los baños de hombres, que quedaban muy cerca de mi habitación… pero pensé que Jessica quizás era más sociable de lo que parecía. Llegamos a una puerta grande con el simbolito que indicaba que era de hombres.

-          Entra. – Ordenó.

-          No tengo ropa para cambiar.

-          Yo te traeré. Solo entra de una vez. – Me empujó y caí violentamente en el baño. Era un baño normal, con ducha, un inodoro y un lavabo.

Me paré del suelo, suspiré y ya no quedaba nada más que hacer, así que me desnudé y procedí a darme un baño.

El agua estaba muy agradable… me relajé un montón, estaba algo cansado por el viaje, aunque no fue muy largo, cansa… y pensar que desde mañana tengo que hacer el recorrido todos los días. Al fin y al cabo, todo esto era por la cultura y aprender sobre los demás. Es una muy buena oportunidad para aprender y poder escribir algo al respecto.

Salí de la ducha. Había un compartimiento donde había ropa. Había dos para ser exactos. Uno de ropa sucia y otro de limpia. En la limpia estaba la ropa que Jessica me prometió.

Era un bonito pijama. Me quedaba bien. Era hecho para mí. El suelo era de madera, así que a pies descalzos fui a mi habitación.
Abrí la puerta… la habitación estaba reluciente, brillaban todos los rincones. Mis maletas estaban perfectamente colocadas en un rincón de la habitación. El clóset estaba abierto y se avistaban todas mis ropas en perfecto orden. Y en mi escritorio estaban mis libros… con Jessica leyéndolos. Parece que no se enteró que llegué, porque ni se inmuto cuando abrí la puerta.

-          Hola… ¿Qué lees? – Jessica cerró de golpe el libro y se paró de la silla de inmediato. Estaba un poco roja y con los ojos llorosos.

-          N-Nada…. Solo estaba ordenando tus libros.

-          No parece eso, pero no te preocupes, no me molesta que los leas, pero al menos puedes avisarme.

-          Sí… ¿Eres escritor?

-          Oh, vaya… lo notaste, bueno sí soy escritor… - Una lágrima cayó de su mejilla. Me sorprendió. Me acerqué y se la sequé con delicadeza. Ella al principio tomó mi brazo con fuerza, pero luego lo soltó. - ¿Tan mal escribo? – Reímos.

-          No, no es eso. Es que leí algo hermoso que estaba allí. -          Mi mano seguía en su mejilla. Era cálida. – Bueno…. Ya me voy. – Dijo esto mientras se alejaba hacía la puerta.

-          Oh… adiós, gracias por todo

-          No hay de qué… y mañana quiero que estés con ánimo. Que iremos a la escuela juntos.

-          ¿Ah? ¿Vas a esa escuela también? Increíble. – Me emocioné, tengo una amiga de colegio incluso antes de entrar.

-          Sí, así que nos iremos juntos siempre. Por cierto… ¿Cuál es tu nombre?

-          Oh claro… disculpa, me llamo Rión.

-          Bonito nombre… bueno Rión, nos vemos mañana.

-          Claro, adiós. – Jessica cerró la puerta… pero al segundo después las abrió y me dijo:

-          Mi sueño es casarme con un escritor. – Se rió y cerró la puerta, luego de eso, se echó a correr… o eso creo, por como sonaba el suelo de madera.

¿Se quiere casar con un escritor? Me imagino cómo se debe sentir. Que llegue un escritor a vivir a su casa. Aunque quizás solo estoy pensando más de la cuenta… ella, tan bella no se enamoraría de un tipo como yo.
Tengo el pelo medianamente largo, con unas patillas muy descuidadas y a pesar de tener 15 años… ya tengo un poco de barba, aunque me la cuido muy bien. Mi físico no es el mejor del mundo: Mido 1.74 y peso 76 kilos… estoy un poco rellenito. Así que lo más probable es que estoy pensando más de la cuenta.
Jessica me cayó excelente… de seguro seremos grandes amigos.

Quise escribir un poco sobre este día. Así que fui hacía mi escritorio. Me senté y abrí el cuaderno para sacar una hoja… pero recordé que Jessica dijo que había leído una cosa, así que al abrir el cuaderno, estaba en la página donde se encontraba un poema llamado: “Poema desesperado para que no te vayas”
Sonreí… pero me puse triste, ese poema es el sello que tengo entre mi futuro y mi pasado… mejor me iba a dormir.

Me acosté… y el cansancio me ganó así que enseguida me dormí. Fue lo mejor dormirse enseguida… porque al ver ese poema, mi pasado se estaba colando en mi presente… pero una noche de sueño siempre es buena.

 

 

 

¡RIIIIIIIIING! ¡RIIIIIIIING!
-Ya sé. – Maldito despertador, suene en Londres, en Tokio o en Santiago, lo odio. Las clases comenzaban hoy a las 8 de la mañana. Me levanté alrededor de las 7 A.M. Aunque calculo que estuve dándome vueltas en la cama unos 15 minutos… a pesar de ayer haberme dormido temprano y descansar como los dioses, tenía sueño y mucho. No quería ir a ningún lado. Más me hice el ánimo. Primero un pie en el helado piso de madera… luego el otro y ya está… no había vuelta atrás.

Cogí mi toalla, me desnudé y me envolví en ella para ir a darme un baño, tenía que apresurarme, la hora desde el primer día me jugaba en contra. No hacía frío. Era 24 de marzo así que la primavera en Londres había llegado hace poco.

Abrí la puerta y choqué con alguien… Con Jessica.

-          Ita… eso dolió. – Reclamó mientras se sobaba suavemente la cabeza. Me miró. La miré…

-          Claro… emh. ¿Qué pasa?

-          ¿CÓMO QUE QUÉ PASA? VÍSTETE. – Se dio media vuelta. Yo estaba algo avergonzado pero me mostraba sereno, llevaba unos bóxer, así que no podía pasar nada. No era de avergonzarme mucho.

-          Voy al baño a darme una ducha, no te preocupes traigo ropa interior. – Se calmó y volvió a mirarme. Noté que recorrió todo mi cuerpo con sus ojos. Traía algo en sus manos.

-          ¡Toma! – Dijo entusiasta y pego un uniforme a mi pecho. – Tú nuevo uniforme.

-          Gracias. – Lo cogí. Fui a dejar el uniforme en cuestión a la cama. Jessica me imitó.

-          De seguro se te verá muy lindo Rión.

-          Espero. Y de seguro a ti se te verá espectacular.

-          ¿Tú crees?

-          ¡Claro!

Podía hablar libremente con ella y ella también conmigo. Pareciera que nos conocemos hace tiempo y ni si quiera llevamos un día de conoceros, pero puedo estar semidesnudo frente a ella y no avergonzarme ni ella tampoco… parece ser que eso es amistad a primera vista.

-          Bueno. – Dije. – No perdamos más el tiempo, se nos hará tarde y aún tengo que ducharme.

-          Claro, tienes razón… también iré a darme un baño. El que llega primero a la puerta de salida, espera al otro… ¿Te parece? – Luego de decir las últimas palabras sonrió.

-          Me parece, te voy a ganar.

-          No lo creo. – Reímos.

-          Oye.

-          ¿Dime? – Estiré la mano con el puño cerrado. - ¿Qué?

-          Vamos, choca tu puño contra el mío.

-          Está bien. – Chocamos nuestros puños. Noté que tenía las manos muy heladas.

-          Esto sella la amistad entre tú y yo, Jessica. Vamos a ser buenos amigos ¿Está bien? – Ella se sonrojó, miró su puño y rió.

-          ¡Claro que sí! – Reímos los dos.

-          Bueno, iré a tomar mi baño. – Acotó ella. – Nos vemos.

-          Está bien. – Chocamos una vez más nuestros puños… ella cerró la puerta y yo ya iba por salir a tomar mi baño. Cuando de la nada se abrió de nuevo.

-          Por cierto… lindo cuerpo. – Luego de eso, Jessica cerró la puerta. Y yo me avergoncé por primera vez en mi vida.

Estaba sellado mi primer pacto londinense de amistad y nada más ni menos que con la chica que vivía junto a mí, compartiríamos mucho tiempo juntos.

Por fin ya estaba dándome un baño agradable. Mi primera amiga era en lo único que pensaba, Jessica. Se veía una chica agradable y aunque no la conozco mucho, el tiempo sobraría. Pero es agradable saber que puedo contar con alguien desde el comienzo. Es el primer año de la escuela en sí, así que nadie se conoce. Aunque es muy probable que hayan enviado grupos de estudios, soy el único chileno por lo que sé que estudia aquí.

Salí de la ducha y el reloj marcaba las 7:45… íbamos a llegar tarde con Jessica. El bus se tardaba algo así de entre 15 a 20 minutos, sin sumar el tiempo que consume esperarlo. Así que me apresuré. Me puse el uniforme en un segundo y sin darme cuenta ya abrochaba mis zapatos. Cogí mi celular, mi bolso y me marché por el largo pasillo.

Cecilie estaba en la recepción, pregunté por Jessica y me dijo que estaba esperándome. Lo hizo… me ganó. Pero solo por esta vez. Me despedí de Cecilie y me sonrió. Salí y el sol pegaba fuerte.

-          Te tardaste, eres muy lento. – Dijo Jessica que estaba apoyada en la puerta. – Ya le di de comer a Sam.

-          ¿Quién es Sam?

-          La mascota del hotel…

-          Oh, ya entiendo, el perrito de anoche ¿no es así?

-          Claro… le pusimos Sam por el hotel y como tú no diste ideas de nombres… púes lo dejamos así. Incluso le construimos una pequeña casita ayer con mi madre. – En efecto, un poco más allá de los pies de Jessica estaba la casita de Sam…. Espera… ¿Los pies de Jessica? La miré de nuevo, de arriba abajo… EL UNIFORME LE QUEDABA ESTUPENDO. Creo que notó que la miraba… - ¿Qué pasa? ¿Tengo algo raro en el rostro?

-          No, no es eso… solo es que te ves preciosa. – Rió.

-          Bah, eres un mentiroso a sueldo.

-          Digo la verdad y si de mentirosas hablamos esa eres tú. Mi cuerpo hermoso… oh sí. – Dije en un tono notoriamente irónico.

-          Es verdad, pero en fin. Mejor vamos a tomar el autobús.

-          Se me olvidaba, vamos.

Íbamos a un paso normal. Por el callejón y luego por ese pequeño parque hasta llegar al paradero. Me sorprendió que no hubiera nadie del colegio esperando. Se supone que muchos íbamos a vivir en este pueblo. Pero la única persona del instituto que veía… era Jessica.
Llegamos a la parada y nos sentamos. Comenzamos a hablar y a conocernos. Descubrí que ella adora el fútbol y también le confesé que yo me llevo más por el baloncesto. Le gustan las cosas rosadas y está de cumpleaños el 18 de Abril. Quedaba muy poco para su cumpleaños. Así que ya estaba pensando en que regalarle. Vimos al autobús llegar por fin a lo lejos. Nos paramos al mismo tiempo y con una coordinación estupenda hicimos parar al autobús.

Nos subimos y había pocas personas. De nuevo me preguntaba ¿Dónde estaban todos los estudiantes?

Me coloqué los audífonos y comencé a escuchar a 2pac mi rapero favorito. No pasó mucho tiempo para que estuviera yo y Jessica escuchando al rapero. Descubrí que también le encantaba. A cada segundo, en cada momento encontrábamos más igualdades entre nosotros… eso me fascinaba.

Estaba mirando por la ventana y los campos con las casa medianamente construidas ya iban cambiando por carreteras, casas muy bien fabricadas, coches, estudiantes de otras escuelas y por fin vi a estudiantes de Itsuka.

Jessica me dijo que habíamos llegado al lugar donde debíamos bajarnos. Asentí y nos bajamos. Buscamos la estación de metro, nos costó encontrarla pero lo hicimos y comenzamos a caminar hacía allí.
No se demoró mucho en pasar el metro. Nos subimos e iba medianamente lleno. No conseguimos asiento, aunque eso no nos hizo mucho efecto y ambos nos apoyamos en las puertas del vagón.

Dos o tres paradas más, comenzaron a aparecer estudiantes de Itsuka. Me llamaron la atención tres muchachos, que parecían pandilleros, todo desordenado y con una mirada atemorizadora. Nos miraban y se reían. ¿De qué? No lo sé. Comenzaron a acercarse de entre toda la gente, cuando estuvieron a lado nuestro, olían a cigarro. Sí había alguien a quien odiaba era a la gente con olor a cigarro.
Comenzaron a hablar sobre cualquier cosa, no los oí, estaba escuchando música junto a Jessica. Pero ellos tres comenzaron a hablarle a Jessica, no sé porque pero quería que ella no le hablara a ellos. Hizo lo contrario.

-          ¿Así que vas a nuestra escuela, preciosa? – Cuando Jessica los miró yo me saqué los audífonos para escuchar misteriosamente lo que hablaban.

-          Así es y gracias por lo de preciosa. - ¿Coqueteando con ellos? Joder. Yo miraba al frente y hacía como que si no me importaba.

-          Y ese idiota pelo-largo que va a lado tuyo, por su uniforme creo que igual va… ¿Es tu novio? – El de pelo castaño tenía su voz muy ronca.

-          No, no es mi novio, es solo mi amigo… se está quedando en mi hotel.

-          Oh, oh, oh… que suertudo. – Había uno rubio, que se dirigió a mí y me miró. - ¿Te masajea las tetas? – Preguntó y obviamente me enojé. Pero Jessica contestó.

-          Sí y estoy segura que lo hace mejor que ustedes, trío de vírgenes. – La chica tiene personalidad… y vaya que la tiene.

-          Así que tiene personalidad la perra esta. – El rubio que estaba delante de mí levantó la mano claramente para pegarle a Jessica. Se la tomé y sujeté fuertemente… no dijimos nada, solo intercambiamos miradas.

-          ¡Oye tú…! – Dijeron los otros dos exaltados.

-          No chicos… calmémonos. Dejaremos en paz por ahora el pelo-largo. Vámonos a otro vagón.

Antes de irse, intercambiamos miradas entre los cuatro. Y no eran de amistad. Pero me di cuenta de algo por su tono… eran chilenos. Y como todo buen chileno nos gusta mandar e intimidar a todo el mundo. Estoy seguro que se dio cuenta que yo también era chileno y por eso se marchó.

-          Idiotas. – Me puse el audífono y comencé a seleccionar alguna canción por ahí.

-          Tonto, pudiste haber iniciado una pelea innecesaria. – Jessica me sacó el audífono de la oreja y me hizo mirarla.

-          Bah, no es nada, tengo cierta experiencia en esto.

-          ¿Sí? No me lo esperaba.

-          No es que haya sido un pandillero. Solo que igual estaba a veces en las calles con mis amigos y ya sabes… siempre hay idiotas queriendo figurar.

-          Es típico en todos lados, pero bueno, ojalá no tengamos más problemas con ellos. – Se puso los audífonos… la imité y callamos.

No sé donde se habrán ido esos tres, pero los buscaba y no los veía, eso era alentador. Miraba por la ventana y las calles de Londres me dejaban impresionado, todos los locales, la gente, los autos, esta ciudad era maravillosa. La acera estaba muy bien cuidada a diferencia de en mi país. Parecía un niño… y Londres era mi caramelo.

Estaba con la boca abierta viendo todo esto y aunque yo no vivía aquí, si no en las afueras, estoy seguro que los fines de semanas podría pasarme por aquí, estoy seguro. Aunque ya conocía un poco Londres, el metro pasaba por en medio de ésta y a la vez en una plataforma elevada, por lo que podía ver todo. Y era maravilloso.

“The next stop is at the station Itsuka”

Entre todo mi trance que provocaba Londres, escuché esto y Jessica me tomó del brazo y salimos del metro. Realmente estaba lleno, ahora ya los estudiantes de Itsuka eran muchos, chorros y chorros de ellos.

El instituto Itsuka era tan famoso, tan requerido y tan esperado por todos, que las autoridades de Londres decidieron ponerlo en un lugar estratégico… un lugar cerca de todos los puntos importantes. Estaba cerca de todas las grandes tiendas y restaurants. E incluso, le crearon una estación solo con su nombre y en exclusividad para los estudiantes, todos intentaban darnos las mejores comodidades. Hasta ahora el metro es algo secundario, pero el verdadero test de fuego de este instituto es como se van a desenvolver las cosas… dentro de él.

Con Jessica nos miramos y sonreímos estúpidamente, luego de eso comenzamos a caminar entre toda la muchedumbre para intentar salir. El metro estaba repleto. Si esto me espera todos los días tendré que levantarme un poco más temprano. Así que le tomé la mano a Jessica.
Es la primera vez que le tomó la mano a alguien. Entrelazamos nuestros dedos. La situación, al menos para mí, estaba muy incómoda, intenté articular algo.

-          Esto… está lleno. – Suspiré.

-          Hm, sí. – Y con esa respuesta me deja sin opciones de seguir la conversación. Ósea es mi primera vez tomando de la mano a una chica, coopera Jessica.

-          Vamos a llegar tarde.

-          No creo, entramos a las 8:30 solo por hoy.

-          ¿Por qué yo no lo sabía?

-          Porque eres idiota. – Sonrío un poco. Eso me motivó.

-          Bah, no me culpes. – Avanzábamos lentamente, pero ya estábamos casi a por salir.

-          Así que puedes relajarte.

-          Eso creo, aunque me gustaría llegar temprano para poder coger un buen asiento.

-          Igual estaba preocupada por eso. – Por fin la conversación tenía algo de fluidez. – Aunque al llegar nos darán nuestra sala… espero quedar contigo.

-          Yo igual, se me hace difícil tener amigos, aunque contigo fue espontáneo. – Rió.

-          Tienes razón, fue muy raro. Sí, como toda gente, había tenido amigos, pero contigo es raro Rión, pareciera que te conozco hace tanto tiempo, pero ni si quiera llevamos un día y ser capaz de tomar tu mano… es algo único. – No sé si se habrá sonrojado, miraba hacia abajo. Es difícil hacerme sonrojar. Pero Jessica lo estaba haciendo.

-          Sí, tienes mucha razón…

Sinceramente no sabía que seguir diciendo, pero he aquí donde la salida del metro… me salvó. Salimos y el sol brillaba a más no poder. Vi el instituto Itsuka. Era grande… muy grande, no sé cuantas salas debe tener. Tiene dos grandes gimnasio y cinco canchas exteriores o eso podía ver. Había una gran torre y de él salía un gigante telescopio. Se tomaron algo así como 3 años para construir este gran y cuantioso instituto, que todos consideran un avance social importantísimo, me incluyo. Así se busca disminuir el racismo.

Noté mientras caminaba hacia el instituto, que todos nos miraban y luego murmuraban algo y seguían caminando. Era raro… debe ser por Jessica que es una belleza total.

Jessica apretó mi mano. Aún… luego del metro no la soltábamos. He ahí donde resolví todo. Debe ser un gran impacto para todos que yo, si yo… este de la mano con Jessica.

-          Lo siento, no me di cuenta. – Le dije mientras solté su mano. Suspiró.

-          No importa, aunque estaba cálida, déjame reconocerlo. – Reímos.

-          Todos nos miraban eso sí.

-          ¿Y qué importa? Me da exactamente igual.

-          Bueno… tomémonos de la mano una vez más.

-          Está bien.

Nos dimos la mano y continuamos caminando como si nada, ahora reíamos. Ella tiraba sus chistes locos y yo los míos. Le contaba un poco de mi país y ella me contaba del suyo. Lo que íbamos a hacer en la escuela, lo que no, cómo íbamos a estudiar… todo tomados de la mano y mientras todos nos miraban.

Sonaban unas campanas eclesiásticas en el instituto. Habíamos llegado a la entrada, sin mucho apuro. Ahora sí nos soltamos de la mano, porque si los profesores pensaban que éramos novios, quizás como sería su trato con nosotros.

Nos saludó un profesor, respondimos con una sonrisa y nos indicó que debíamos ir a ver nuestra sala.
Entramos unos cinco pasos más y vimos una larga fila con dos o tres profesores controlándola. Nos colocamos en ella, dejé que Jessica fuera primero. Por la puerta seguían y seguían entrando estudiantes de todos los países… había sido de por sí un gran éxito este instituto.

Ha… por fin nos toca a nosotros, la fila cada vez se llenaba más. Ni me imagino las aulas como estarán. Pasó Jessica, dijo su nombre y luego me esperó a un lado.

La tabla grande electrónica, el profesor me lo explicó, debías decir tu nombre y tu nacionalidad, ella haría el resto.

-          Rión Kizoku, Chile.
Una voz robótica, me respondió.

-          Primer año, primera sala, sala “Sunshine”

No tenía idea que las salas tendrían sus propios nombres, muy innovador.
Me acerqué a Jessica.

-          Hey… ¿En qué sala quedaste?

-          En Sunshine. ¿Y tú?

-          ¡En la misma! -  Que suerte, quedar en la misma sala con mi amiga, estoy de suerte.

-          ¡Oh sí! – Creo que éramos los únicos idiotas felices.

-          Vámonos enseguida, quiero conseguir un buen puesto a tu lado. – Le dije.

-          ¡Está bien!

 

 

Las escaleras eran muy largas y parecían no terminar. Estábamos muy cansados, yo estaba fuera de forma total y aparte… subir mis escaleras no es mi fuerte y parece que el de Jessica tampoco.

Hicimos nuestro último esfuerzo y llegamos al piso de las salas. Era… un pasillo interminable, pero interminable. Nuestra sala es de las primeras así que tenemos la ventaja estratégica para salir de los primeros y eso me alegraba.

Abrimos la puerta y la sala estaba totalmente llena. Todos nos quedaron mirando y comenzaron a susurrar cosas, lo sé… es porque nos vieron tomados de la mano.

Había dos puestos adelante, así que nos sentamos allí.

-          ­Ha… es realmente grande.

-          No pensé que fuera tan grande. – Dijo Jessica mientras sacaba una botella con leche de chocolate. Comenzó a beberla.

-          Dame. – Exigí.

-          Gánatela. – Se rió.

-          ¿Me desafías? Perderás.

-          No creo.

La miré… miré la botella con leche de chocolate. Le tomé la mano y ella mi miró raro. Entonces con mi otra mano cogí su cabeza y le di, creo yo, uno de los cabezazos más fuertes de la historia de Itsuka.

-          Itaaaa! Eso dolió. – Replicaba mientras sobaba su frente.

-          Bueno, supongo que me lo gané.

Me dio la botella con leche sin reclamar. Estaba realmente buena. Como me gustaba a mí, con harto chocolate.

Jessica continuaba sobándose la cabeza, parece que me excedí un poco, quise decir perdón pero ella me miró y solo dijo un tierno y enojado:

-          Tonto.

 

 

 

 

Tocaron nuevamente las campanas y cuando acabaron entró una profesora de aspecto descuidado, con su pelo rubio tomado, sus ojos azules, su blusa roja ajustada y su falda roja e igualmente ajustada, con unos lentes que… debo reconocerlo, se le veían excitante.

-          Siéntese todos por favor. – Todos obedecieron. – Soy Takara, soy de Japón aunque me domino perfectamente con el español. Seré su profesora jefe. Espero llevarme bien con todos. Bienvenido todo el mundo.

-          Bienvenida profesora. – Todos dijimos esto al unísono.

-          Explicaré un poco las reglas del Instituto. Primero: El idioma oficial, creo que ya muchos lo saben, a pesar de estar en Londres, no va a ser el inglés, si no el español… se preguntarán ¿Por qué? Porque los alumnos de habla hispana son más que asiáticos o ingleses, por ende los que entienden poco o nada de español, están obligados a formar parte del Club de Lengua Española. Segundo: Necesitamos un presidente de sala, eso lo veremos dentro de la semana y finalmente… los que no están obligados a ir al Club de Lengua Española, son libres de abrir o unirse al club que sea. – Noté que su voz era muy ligera. Era una profesora seria y de buenas a primeras se veía que muy buena educadora y aún así su voz era original. – Antes de empezar las clases, nos presentaremos de atrás para adelante y luego les asignaré los puestos.

Joder… puestos, malditos puestos, me persiguieron en la primaria y ahora en el instituto. Joder.

-          Profesora… ¿Puedo presentarme yo primero? – Dijo Jessica.

-          Oh, veo que hay una niña muy linda y con mucha personalidad, adelante. Dinos tu nombre, tu país y tu talento o pasión.

-          Está bien. – Jessica se paró a lado de la profesora, allí en la pizarra. Y comenzó hablar un poco sonrojada. Pude comprobar, al mirar de reojo para atrás, que todos… todos estaban con la boca abierta mirándola.

-          Esto… me llamo Jessica Walcott, soy de Inglaterra, mi madre es dueña de un hotel en las afueras del pueblo y me encanta leer. Espero llevarme bien con todos.

Escuché un suspiro amoroso que rodeaba la sala… Jessica sería muy popular, lo sé.

-          Bien… ¿Quién quiere participar? O empiezo a sacar de atrás para adelante. – Dijo la profesora que tenía los brazos cruzados. Yo, ya la amaba… sus lentes le quedaban perfectos.

-          Anda tú… - Dijo Jessica casi susurrando.

-          Eso pensaba… - No. No lo pensaba realmente.

-          ¡Profesora él quiere salir! – Jessica tomó mi mano y la levantó.

-          Oh… veo que se conocen un poco, bueno, muchacho párate y dinos tu nombre, tu país y lo que te apasiona. – Te odio Jessica. Te odio.

No quedó otra que pararme e ir a lado de la profesora. Aunque olía a rosas, algo bueno saqué de presentarme. Tomé un poco de aire y comencé a presentarme. No estaba muy nervioso, cuando pequeño, siempre me cambiaba de escuela y esto era algo común en mí… pero hacerlo enfrente de 40 personas y de distinta nacionalidad, es algo totalmente diferente y nuevo para mí.

-          Bueno… me llamo Rión Kizoku, soy mitad japonés y mitad chileno, pero mi nacionalidad es chilena. Vivo en el hotel de Jessica. – Al decir esto todos quedaron con la boca abierta… iba a sentarme.

-          Pero… Rión no nos dijiste cual era tu pasión, por favor dínosla.

-          Soy escritor.

Cuando dije lo último todo quedaron con la boca más abierta aún. No sabía que ser escritor fuera tan increíble, todos se sorprendieron. Así que me iba a sentar. Pero la profesora me retuvo de nuevo.

-          Escritor… ¿Y has escrito algún libro?

-          Sí. Cuatro o cinco, los publiqué en mi país. – La atención se centraba en mí. – En mi casa tengo uno. Se llama “Promesas rotas en la realidad” es uno de mi favoritos y también escribo poemas a montones… ¿Puedo sentarme ahora profesora?

-          Hm… sí, no te preocupes.

-          Gracias.

Me senté y todas me miraron, todas más que todos. Me preguntaba ¿Por qué tanto por un simple escritor?

-          Lo sé. – Jessica me dijo mientras tomaba mi brazo. – Es raro tanta exaltación solo por ti. Pero es que en Europa y Japón no conocen muchos escritores de Sudamérica y tener uno en su sala, debe sorprenderles mucho… o quizás ven en ti una cara bonita, al fin y al cabo eres hermoso. – Lo hace a propósito, estoy seguro que quiere sonrojarme. Pero no lo logrará.

-          Mentirosa. – Dije en seco.

Comenzaron a presentarse otros estudiantes, no tomé mucha atención, pero había un futbolista, una porrista, una pintora y una adicta a la computación.

Creo que ya no había nadie más, todos nos habíamos presentado, yo quería ir a recreo y comer algo… no había comido en toda la mañana.

-          No queda nadie… vamos a comenzar la clase.

-          Alto ahí. – Dijo una voz. – Falta el más importante, yo. – Muy bien que engreído.

-          Pasa adelante, entonces.
En la pizarra se paró un joven atlético, de pelo negro largo… hasta un poco más allá de los hombros, y una mirada que no sé si era seductora o una mirada muy imbécil. Comenzó a hablar.

-          Yo soy Marcus Ingannare, soy de Italia… y soy mejor escritor que Rión. – Al decir esto, chocó su mano contra mi mesa para que yo le tomara atención… - ¿Y bien? ¿Qué le dirás a tu rival escritor? Ya esta batalla la gané.
¿Qué… le pasaba a este tipo? Odio la gente así.

-          Cállate… baboso. – Respondí fríamente. Fue un golpe bajo para él.

-          Lo veremos cuando abran el club de literatura… ahí veremos quién es mejor escritor.

-          ¿Te lo dije ya o no es así? Cállate, baboso.

-          Oh… que frío es. – Dijeron unas muchachas.

-          Me voy por ahora… pero no te dejaré en paz escritor de segunda calaña, yo te ganaré.

-          Mira idiota, yo no escribo para ganarle a nadie, escribir no es una competencia para mí, no voy presumiendo que soy escritor… escribir es algo muy íntimo y si he publicado libros es porque mis amigos me han motivado a eso… Lo siento, pero no gastaré tinta en cumplir tus idioteces, mejor siéntate y cállate de una vez… haces honor a tu apellido.

-          Eso es el argumento para asumir que te ganaré. – La profesora intervino, parece que Marcus desde ya no era muy querido.

-          Marcus… siéntese, luego tendrá tiempo para discutir con Rión. Siéntese.

-          Está bien…

-          ¿Por qué Rión habrá dicho lo de su apellido? ¿Qué significara? – Todos se preguntaban lo mismo.

-          Oye… ¿Qué tiene que ver su apellido en esto? – Preguntó Jessica.

-          Su apellido significa “tonto” creo que sus padres hicieron un buen trabajo en ponerle ese apellido.

-          Ah, perfecto. Tonto. – Dijo esto mientras inflaba con aire sus mejillas.

-          ¿Qué pasa? ¿Qué hice?

-          Ya te has vuelto muy popular, mira hacia atrás.
Miré para atrás… y todas me estaban mirando a mí, que vergonzoso. Pero noté que todos miraban a Jessica.

-          Tú… eres más que yo.

-          Mentira, tonto.

-          Tonta.

La profesora nos paró a todos en un rincón de la sala. Uno por uno asignó los puestos. Marcus se sentó adelante, de los primeros… Jessica en el medio… y yo en el último puesto, el más sombrío de todos. Estaba acostumbrado a sentarme atrás. Siempre lo hacía en la primaria, pero no era para estudiar… ojala que ahora sí sea para estudiar.

-          Está bien… entonces vamos a comenzar con la clase.

Comenzó con una introducción sobre los tres continentes, esto yo ya lo sabía… así que dediqué a mirar por la ventana, los grandes gimnasios y el gran e imponente telescopio que sobresalía ante todos los demás edificios de la escuela.

No sé cuanto llevábamos de clases… ¿Una media hora? ¿Una hora? Pero estaba aburrido, aún seguían con el tema de los continentes… aunque me sentía observado. Noté que desde ya todas me miraban a mí y todos a Jessica, algunos me miraban a mí con odio y otras con odio a Jessica… ¿Cómo llegué a esto?

Apoyé mi cabeza sobre la mesa mientras puse un libro enfrente mío para que disimulara que dormía y comencé a pensar en otras cosas… cosas que dolían mucho. Busqué mi celular y comencé a escuchar música. Aparte mi estómago resonaba en toda la sala… debía comer algo luego.

Se abrió la puerta de repente.

-          ¡Disculpe la demora! – Se oyó una voz femenina gritando. Tomé atención a la muchacha. La profesora se sorprendió.

-          Oh… si no te preocupes, solo por ser el primer día te perdonaré. Muy bien chicos, todos los que duermen y escuchan música. – Me miró. ¿Tiene diez mil ojos? – Miren adelante. – Todos miramos adelante. – Dinos tu nombre.

-          Sí… me llamo Ariesha Yagi, soy japonesa pero me crié en Canadá… me encanta el baloncesto y también leer. Mi signo es Aries. – Cuando dijo lo de Aries mi corazón sintió una pequeña puntada… y ella se tomó el pecho también. – Un gusto conocerlos a todos.
Por cierto, la muchacha era una belleza. Tenía el pelo blanco y muy, pero muy largo, sus ojos cafés penetrantes y su baja estatura le daban un aspecto muy tierno. El uniforme le quedaba un poco grande, así que más tierna se veía con sus mangas.

-          Siéntate a lado de Rión.

-          ¿Quién?

-          Oh disculpa, verdad que no los conoces. En el último puesto, a lado del muchacho con los audífonos blancos.

-          Está bien. – Su voz era un poco fría.

Caminó hacía mi puesto y se sentó a lado. Nos miramos y sonreímos. Pero me llegó una maldición a mi conciencia. Miré a Jessica y echaba humos. Me saqué los audífonos… quizás la clase estaba un poco más interesante.

-          Hola… - Saludé a Ariesha.

-          Hola. – Respondió fríamente. Y la conversación frenó. Aunque minutos más tardes la retomó. – Tú nombre es único, nunca lo había escuchado… ¿A qué viene?

-          Esa pregunta es típica. Es una variación del signo zodiacal Leo… Leo es representada por un león y entonces mi papá, que es un obsesionado con eso de los signos, me puso de nombre Rión. – La clavada en el corazón que antes me había dado, volvió.

-          Ha… ¿Sabes? Yo soy Aries y mi nombre Ariesha también es una variación de Aries. Oye león… vas a llevarte bien con la cabra.

-          Claro que sí… - Los dos nos tomamos el pecho, a mí me dio una puntada fuertísima y es raro… no sufro de problemas al corazón.

Entre el dolor, me llegó una bola de papel en la frente. Era nada más ni menos que Jessica. Idiota. Me hizo unas señas que significaba que debía leerlo… lo desenvolví.

-          Hey… veo que te diviertes sin mí, idiota.

Reí… era un celosa, pero estoy claro que son esos celos de amigos.

-          Sí… deberías unirte a la fiesta. Por cierto… ¿Qué signo zodiacal eres?

Se lo mandé de vuelta y a los pocos segundos volvió.

-          Sagitario… ¿Por qué?

Me volvió a dar una puntada en el corazón, pero un poco menos fuerte que las anteriores.

-          Por nada. Vamos a conversar en el recreo, la profesora nos está mirando.

Luego de eso, no seguimos mandando papeles.

En mi celular, tenía internet… metí a ver mi horóscopo.

“Leo... este mes conocerás a dos personas que te harán cambiar tu vida, asegúrate de encontrarlas o se te van a ir… también para tu vida los signos más adecuados son:

Aries: Si decides ir a por el amor será una relación benéfica, amplia y feliz… se amarán y pelearán pero van a permanecer unidos. Y si decides una amistad, será una que nunca vas a olvidar.

Sagitario: Serán magníficos amigos y camaradas. En el amor, signos tan libres tienen un diferente modo de conducirse. Magníficos en la aventura, resultarían un fracaso en la responsabilidad del matrimonio y la creación de una familia, algo que tú Leo te tomas muy en serio.

Escorpio: Una relación de amistad muy intensa y con muchos altibajos, pero con muchos momentos hermosos que pasarás con tu amigo Escorpio… si el león ruge, el escorpión levanta la lanceta y todo se arregla.

Ya encontré a Aries y Sagitario… ¿Quién será Escorpio?

 

 

Capitulo 2: El león y la cabra.

El negocio para comprar la comida en el primer recreo era un total caos. Aunque teníamos la ventaja porque nuestra sala era la primera de todas… yo no tuve suerte. La profesora me había dejado limpiando el salón de clases en modo de castigo por haber estado escuchando música en su clase y no haberle tomado atención. Así que cuando llegué al negocio para comprar algo, no quedaba nada. Debería morirme de hambre lo que quedaba de mañana y volver a intentarlo en el almuerzo. Creo que tomaré más atención a sus clases

 

-          Ara, Ara… así que el silencioso y guapo Rión no consiguió algo para comer. – Jessica gritaba mientras rápidamente se acercaba a mí. Yo, luego de la decepción del negocio fui a sentarme en una banqueta que estaba cerca… era lo único que podía hacer.

-          Que graciosa… no conseguí nada. Aparte lo que pasaron las primeras horas, yo me lo sé de memoria. – Se sentó a mi lado mientras disfrutaba de un pan. Se veía… tan, pero tan rico.

-          Bueno, entonces que eso te llene el estómago.

-          De todos modos… no tengo mucha hambre. – Pero en ese entonces mi estómago dio un estruendoso grito que invalidaba lo que yo había afirmado dos segundos atrás.

-          Seguro… bueno como eres mi amigo creo que debo pensar más en ti así que te compré esto. – De su bolso… No sé porqué anda con un bolso en el recreo, sacó un pan con un poco de palta y mayonesa envuelto en una servilleta y luego una pequeña botella con bebida. Me las entregó tiernamente.

-          Aja, te has pasado. De verdad gracias, gracias. – La abracé muy fuerte. Estaba muy agradecido.

-          No me abraces tan de la nada… no se vería bien que alguien como yo sé abrace con alguien tan popular como tú, Rión.

-          Déjate de decir tonteras, no me importa si soy popular o no, porque de hecho yo mismo lo ignoro… pero tú Jessica, eres mucho más popular… pero bueno, estuvimos tomados de las manos ¿Qué creen que piensan desde el primer momento en que nos vimos? Al menos déjame hacer esto. – Estiré mi puño, así como lo hice la primera vez que pactamos ser amigos. Ella me imitó y chocamos nuestros puños. – Amigos por siempre Jessica, por siempre.

-          Amigos para siempre Rión, para siempre… lo prometo.

 

Reímos un poco, luego ella siguió comiendo y yo comencé a comer.

 

Comenzaron a sonar las campanas, al menos alcancé a comer tranquilamente junto a Jessica, aunque las miradas nos acosaron siempre. Y estoy seguro que no es por ser “popular” si no por el hecho de que este día, hemos estados juntos todo el tiempo.

 

Bueno, sonaron las campanas y teníamos que ir a una formación de los de primer, segundo y tercer año, para que nuestros maestros y el director general del instituto puedan presentarse y guiarnos.

 

Hacía un abundante sol en Londres. Aunque era soportable. El uniforme era bastante cálido.

Uno por uno comenzamos a formarnos, una fila de varones y otra de damas. Yo era uno de los más altos así que me situaron en la formación al final. Mientras que a Jessica como era de estatura media-pequeña… la formaron casi de las primeras… esta distancia entre nosotros, ella la primera y yo el último… me incómoda.

 

 

 

Reconocí a nuestra profesora, estaba situada en medio. Era una preciosidad, sus lentes y su vestimenta roja la hacían ver muy sensual.

Para mí sensualidad no es sexo y perversión… como escritor he logrado darle muchos otros sentidos a palabras como la sensualidad… la sensualidad, el erotismo, no debe ser siempre perversión… es un arte dependiendo de los ojos de quien lo vea. Y para mis ojos nuestra profesora era una gran exponente de la sensualidad.

 

Miré a Jessica. Por detrás se ve tan calmada y tan inalcanzable. Enserio. Ver su pequeña espalda con su largo y hermoso pelo… me hace creer que es inalcanzable para mí. Pero ahora vuelvo a la realidad y esa pequeña espalda con ese cautivador pelo… ella es mi amiga y seremos inseparables. Pero… a veces se ve inalcanzable.

 

Por fin se paró en el gran escalón que se situaba uno o dos metros más arriba de nuestras cabezas. Era primera vez que estábamos en el gimnasio. Tenía 5 canchas, era inmenso. Dos de baloncesto, dos de fútbol y una de vóleibol. Sin dudas era un hermoso gimnasio.

 

El micrófono emitió un sonido desagradable y el señor de una edad algo avanzada comenzó a hablar:

 

-          Bueno… estudiantes de primer, segundo y tercer año. Yo soy el director de este instituto… James Bryan, soy estadounidense y tengo el honor de guiarlos en esta nueva etapa, no solo para ustedes, si no para el mundo entero. Quiero hacer esta presentación corta para que no se harten tan luego de mí. – En el gimnasio resonó una pequeña risa. El caballero Bryan tenía su estilo y no se veía como esos típicos directores pedorros, se notaba que era simpático el viejo éste. – Solo que si no lo han notado, hay cinco canchas… para tres deportes: Baloncesto, Fútbol y Vóleibol, esos tres clubes ya están formados y esperando a que miembros se unan. Los que quieran crear un club deben pedirle a sus maestros las cartas de solicitud para que me lleguen a mí y poder aceptar todas sus peticiones si pudiera. Por cierto, en sus salas se distribuirán parejas y asignarles tareas, como limpiar los baños, ayudar a la profesora, encargarse de la limpieza u otras tareas. Ahora no los molesto más… vayan a sus salas y sean felices estudiando en el mejor instituto del mundo entero. ¡Adiós!

 

Luego de eso se nos permitió ir a nuestras salas. Eran recién las 11:45 de la mañana, se me había hecho eterna. Mi asiento se me hacía inmensamente cómodo a esas horas… especialmente para una siesta.

Un momento, nos tocará todo el día con nuestra profesora sexy… y de seguro me castigará. Hoy no podré dormir.

Estaba cansado, no sé porque… quería ir a dormir, este día había sido ajetreado hasta ahora y pensar que quedan cinco horas de clases aún.

Me llegó una bola de papel en la frente.

 

-          Cambia esa cara de derrotado, tus millones de fans, se preocuparán.

 

Estúpida Jessica. Solo la miré y le sonreí.

 

Mi asiento… apoyé mi cabeza en la mesa para descansar un poco. La profesora hablaba sobre el director, sobre más historia. Ya no me importaba si me castigaba de nuevo, Jessica me compraría el almuerzo de nuevo.

 

Levanté mi cabeza, miré al techo y solté un gran suspiro. La maestra me miró y yo le devolví la mirada… solo me sonrió pero estoy seguro que me espera un gran castigo.

 

Miré de nuevo a Jessica, ahora la veía concentrada en sus estudios, centralizada en lo que quiere ser… Espera, ¿Qué quiere ser Jessica? Nunca se me había ocurrido en estas horas de conocerlas y aunque eso se pregunta en la conversación de introducción de cada sujeto… nosotros pasamos por alto ese pequeño detalle. Con ese pelo largo y esa pequeña estatura, de seguro le vendría bien ser abogada… con unas pantis negras sensuales y unos lentes mientras lee algún código civil… ¿Porqué estoy pensando esto? En el recreo le preguntaré.

 

Alguien tocó mi hombro y me sorprendí, aunque me hizo bajar de mi mundo en las nubes para volver a la realidad. Era Ariesha.

 

-          Toma. – Estiró su mano y yo estiré la mía. Por un segundo se tocaron, tenía las manos calientitas. Me pasó un dulce envuelto en papel rosado… - Te noto un poco tenso. Un dulce te alegrará los días, créeme.

-          Oh… gracias. – Me sorprendió.

-          Cambia esa cara, me preocupas Rión.

-          Gracias, sí… me concentraré un poco más. – El dulce estaba riquísimo. Me endulzó totalmente la boca y pareciera ser que el ánimo también. – Por cierto… ¡Que dulce más rico! De verdad gracias.

-          Oh no es nada, solo estudia. – Creo que sus mejillas estaban un poco rojas.

 

El dulce fue una válida y creativa manera de incentivarme. Me concentré más en los estudios y cuando la profesora preguntaba algo no me tardaba en responderle. No se siente tan mal estudiar.

La maestra me miró… y frunció el ceño. Debo suponer que cuando sonríe es porque me castigará y cuando frunce el ceño… ¿Es que me dejará libre? Bonita lógica… aunque en ella todo queda hermoso.

 

La clase se centró nuevamente en historia. Aunque pasamos un poco de matemáticas y terminamos hablando de ella.

 

-          Bueno, bueno… no hablaré mucho de mi vida con ustedes, soy una mujer con muchos secretos. Pero les diré algo a todos los que me han estado mirando mucho… - Me miró y me guiñó un ojo. – Soy una mujer soltera y me gustan los jóvenes… - Todo el maldito mundo la quedó mirando con una expresión en sus ojos que podía cualquier novato leer fácilmente: “Voy a tirarme a la profesora” Tenían muchas esperanzas. Demasiadas… Ella soltó una carcajada. – Es mentira… - Upa… que manera de acabar con las esperanzas de todos. – Pero es verdad que estoy soltera… - Aunque esto ya no motivaba a nadie y pareciera que nadie la podía mirar… estaba yo… mirándola fijamente.

-          Señor Rión… ¿Se ha enamorado de mí que desde la mañana no me ha quitado la vista de encima? – Despabilé.

-          No… solo que pensaba en que es buena destruyendo la esperanza de los demás.

-          ¿Eso es un halago o un insulto?

-          Tómelo como un halago, es mejor eso a que me odie por insultarle indirectamente… ¿No cree? – Reímos.

-          Me agradas Rión, me agradas. Pero bueno… a lo que venimos, formaremos las parejas para el primer semestre que cumplirán con las tareas. – Sacó una caja de detrás de su escritorio. – Acá hay dos números unos, dos números dos y así hasta llegar al 40. Voy a sacar de atrás para adelante. 

 

Entonces voy a ser el último en sacar y mi suerte va a ser el número que los demás desechen… carajo. Otro papel en mi frente de parte de Jessica… se las devolveré todas.

 

-          Hey, aquí se comenta entre los hombres que eres un desgraciado que sería capaz de tirarse a la maestra, pervertido.

 

Qué… tonta es Jessica, claro que no me voy a tirar a la profesora.

 

Le iba a mandar un papel de respuesta pero justo la llamaron para sacar el número.

A penas lo sacó se acercó a mi puesto. La sala estaba un poco desordenada pero yo no quería pararme por nada del mundo. Jessica se tuvo que acercar.

 

-          Me tocó el 1. Soy la líder de todos inclusive tú. – Mostraba con orgullo su papel.

-          A mí no me domina nadie, lo sabes. Ni si quiera la profe, me la voy a tirar. – Reímos. Es bueno hablar así con tus amigos, porque ellos captan la ironía. Noté que la profesora nos miró un poco pero no nos dijo nada, solo nos miró.

-          ¿Quien tiene el número 1? – Gritó. Espero… espero que le toqué, no sé… Con Marcus.

-          Tiene suerte señorita. – Esa voz…

-          No me digas que… - Jessica tenía un aspecto terrorífico, como si estuviera al borde de la muerte.

-          Yo soy el número uno y por ende su compañero, Miss Jessica… yo el signore Marcus… - ¡Ahí tienes Jessica!

-          ¿Por qué tú?

-          Por favor… no me mire tan mal, puedo ser tan caballero como puedes imaginar, puedo ser el hombre de tus sueños… puedo ser un buen compañero, téngame un poco de fe y confianza, estaremos todo el semestre juntos… vamos a ser amigos, preciosa y hermosa Jessica. – Lo reconozco, el tipo sabía coquetear pero estoy seguro que Jessica no caería.

-          Oh… Marcus, eres tan adorable, vamos a llevarnos bien. – Idiota. Jessica Cayó. Creo que iban a abrazare, pero era mi turno de molestar a Marcus. Antes que tuvieran tiempo de abrazare, tomé bruscamente la mano de Marcus.

-          Hola, hola compañero, no tuve la oportunidad de presentarme bien. – Hacía esto mientras apretaba fuertemente su mano. – Soy Rión y si te atreves a tocar a Jessica un solo pelo, te asesinaré, me gusta escribir y también viajar por el mundo, oh, también soy chileno y si me entero que nuevamente le dices esas cosas bonitas, voy a matarte… espero que nos llevemos bien. – Él me contrarrestó y apretó mi mano muy fuerte.

-          Oh tienes razón, yo soy Marcus y soy de Italia, ¿Así que quieres a Jessica solo para ti? Eres un ogro, me gusta también escribir, mi familia es una poderosa familia en mi país y claro tienes una ventaja abrumadora sobre todos nosotros porque vives con ella, pero si me entero que te metiste en su cuarto a escondidas, yo seré el que te mate, por favor cuida de mí este semestre. – Nos soltamos. Me caía bien y mal… pero eso de asesinarlo, va enserio.

 

Jessica comenzó a reírse de la nada, mientras que yo y Marcus nos miramos y no logramos entender a que viene esa risa.

 

-          Como se ponen por mí… ¿Acaso están enamorados de mí? – Continúo riéndose.

-          De hecho no, solo lo hice por molestar a Marcus. – Respondí fríamente.

-          Sí, yo lo hice solo para molestar a Rión, no hay nada contigo. – Respondió él, con la misma frialdad.

-          De hecho, en esto tú no tienes nada que ver. – Jessica de reír pasó a las lágrimas.

-          Tontos. – Gritó.

 

Ya estaban en la última fila y pidieron a Marcus y Jessica que se sentaran. La profe arregló sus lentes de la manera más sexy posible y yo nuevamente me quedé pegado mirándola, ella me guiñó un ojo y yo sonreí. Me cae excelente esta profesora.

Me mandó a llamar la profesora. Era raro, supuestamente yo debía ser el último en sacar un papel.

 

-          Hice un cambio, solo por ser tú. – Dijo coquetamente en mi oído.

-          ¿Eso es un halago o un insulto?

-          Tómalo por un insulto y que no me caes bien. – Se rió.

-          Lo tomaré como un halago, si no le molesta.

-          Bien dicho Rión.

 

Saqué rápidamente el papel con el número y fui a mi puesto. Allí recién lo abrí. Era el mejor número que podía haberme tocado. El 21.

 

¿Cómo olvidar ese día? Nadie nunca ha podido responderme eso. ¿Cómo sacarme de mi mente esta tristeza cada vez que veo esos números juntos? Ni si quiera el viento ha sido capaz de hacerlo. No puedo moverme, me da miedo ver ese número… no puedo respirar, me raspa la garganta al pronunciarlo, me cuesta respirar con tan solo pensarlo… no puedo olvidar el 21 ¿Por qué? Porque ese día yo nací, ese día mi (en ese entonces) novia me pidió que comenzáramos a salir… y ese día 21… fue cuando ella me dejó.

 

Volaba en mis pensamientos y justo ahora que necesito volver al presente nadie me rescata. Ese poema que leyó Jessica, es el sello que tengo entre mi presente y mi pasado… ¿Pero porqué se está rompiendo? Prometí nunca enamorarme más. Pero este día mi pecho ha latido muy fuerte últimamente… ¿Acaso mi mente ignora algo que mi corazón siente? ¿Debo permitir que mi pasado inunde mi presente? Porque en el pasado prometí no enamorarme y si quiero enamorarme debo dejar que el pasado penetre al presente, una vez más.

 

-          ¡Te estoy preguntando hace dos horas… ¿Quién es tu pareja, maldito Rión?! – Ese grito me trajo de vuelta a la realidad.

-          Debe ser idiota de verdad. – Pronunció Marcus.

-          ¿Qué haces tú aquí, opinando sobre mí, como que si fuéramos los mejores amigos, cabronazo? – Respondí.

-          Vaya… que agresivo, solo intentaba ser amigable.

-          Lo siento, lo siento… es que estaba pensando en algo y me alteré un poco.

-          Se nota, tú cara es de sufrimiento… ¿De qué te acordabas? – Preguntó Jessica.

-          Prefiero no hablarlo… por ahora voy a averiguar quién es mi pareja.

-          Está bien. – Creo que Jessica iba a articular algo más… aparte de ese seco “Está bien” pero Marcus la detuvo. Por esta vez te lo agradezco, baboso.

-          Ve tranquilo, idiota.

-          Seguro.

 

Maldito pasado. Pero está bien, me repondré luego… es que, es muy chocante aún, que todas las fechas hermosas… ella, esa maldita, la haya arruinado, ¿No podía esperar un día aunque sea? No sé si escucharás mis pensamientos, pero quiero decirte desde aquí, que sepas cuanto… cuanto te odio, no cuanto te quiero, si no cuanto te detesto…. Cuanto mataría por tenerte enfrente y decirte un par de cosas… te odio.

Mientras estaba en mis pensamientos, alguien me abrazó por detrás y me sostuvo fuertemente.

 

-          Sé por lo que has pasado… no te preocupes, si dejas que el pasado vuelva, será para mejor, porque podrás curar esas heridas con un nuevo amor, quédate tranquilo… que los leones no lloran y las cabras somos buenas consolando. – Entendí que era Ariesha. Me sentí cálido y mi corazón latía fuertemente.

-          Gracias… Gracias.

 

Me di vuelta y la abracé… entonces el león pudo llorar en los brazos de la cabra.

 

-          Por cierto, soy tu pareja, el número 21. – Sonreí mientras todos miraban al león en su momento de debilidad.

-          Gracias… Gracias.

Capítulo 3: Tu signo… mi pasado. 

 

Estaba recostado en el pasto. Lo noté porque cuando desperté el pasto pinchaba ligeramente mis manos. Corría una leve y tierna brisa en el lugar en el que estaba. Mi pelo estaba tomado por un cole, creo. Mi pelo era bastante largo y con algo de rulos, podía taparme hasta la nariz y de patillas llegaba hasta mi mandíbula, era largo… pero yo me peinaba de una manera muy correcta y ordenada. Aunque ahora estaba con mi frente totalmente descubierta.

 

Entreabrí un poco los ojos pero el sol me obligó a cerrarlos casi de inmediato. Mi cabeza estaba apoyada en los muslos de alguien, estaba muy cómodo. No podía recordar como llegué a este punto, solo recuerdo estar en los brazos de Ariesha y eso.

 

Sentí que alguien besaba mi frente, fue un beso suave y me hizo sentir, de algún modo, más tranquilo de lo que ya estaba. No quería preguntar quién era, sería muy descortés, solo me quedé allí.

 

Había un silencio eterno me pregunto qué hora debería ser, debería estar en la sala esperando alguna mirada de la profesora. Pero este lugar tan tranquilo y silencioso me agradaba.

 

-          ¿Hasta cuándo planeas quedarte allí Rión? – Esa voz…

-          Es muy cómodo, lo siento… ¿Podríamos quedarnos solo un poco más Ariesha? – Era de suponerse, ella fue la última que me tuvo en sus brazos.

-          Sí claro, por mí no hay problema.

-          ¿Qué hora es?

-          Las 12: 15… deberíamos estar en clases.

-          Eso creo. ¿Qué pasó luego de eso? No recuerdo nada.

-          En un momento perdiste la conciencia y te llevé a enfermería pero no había nadie y pensé en traerte aquí.

-          Maravillosa elección, es un lugar muy agradable. – Pronuncié y ella sonrió un poco.

 

Desde el punto en donde estábamos se podía apreciar todo el instituto, era más… más grande de lo que pensaba. En un lugar con pasto y el viento moviéndolo coquetamente, esta nueva vida es hermosa.

El sol estaba pegando fuerte, era el inicio de primavera en Londres y a eso no estaba acostumbrado. En Latinoamérica en Marzo es otoño, pero en cambio aquí es primavera y las temperaturas están bastante altas.

 

-          Es raro ¿no? – Ariesha me interrumpió cuando estaba volando en mis pensamientos. - ¿Sabes por qué perdiste la conciencia?

-          No, eso mismo me estaba preguntando.

-          Hay una historia que me contó mi madre hace tiempo. Sobre el Poder de los Signos.

-          ¿Poder de los signos? – Nunca había oído hablar de él.

-          Sí. Cada signo tiene un elemento y nosotros somos elemento fuego tú por Leo y yo por Aries. Se dice que si estos dos signos se encuentran pueden sanar el mal que atormenta al otro, aunque no sean nada, bastará con un abrazo, un beso o una mirada para poder hacer olvidar a la otra persona de todo. Por eso, cuando me abrazaste inconscientemente nuestros signos actuaron y sin querer pude borrar por unos momentos tu pasado. Aunque por eso te llevaste un desmayo.

-          Oh… ya veo, el poder de los signos.

-          Es interesante. Creo que también cada signo tiene a su persona destinada. Mi madre me dijo que si un leo se cruzaba en mi camino no lo dejara ir. Y eso haré no te dejaré ir. – Eso me enrojeció un poco.

-          Eso espero.

-          ¿Te acuerdas de tu pasado ahora?

-          No, creo que no. Estoy bien con eso. Solo fue ese momento de debilidad, ya he aprendido a convivir con el pasado.

-          Eso está mal ¿Nunca lo has hablado con alguien?

-          No, no quiero dar lástima a nadie.

-          Eso está mal, deberías intentar hablarlo con alguien.

-          ¿Eso crees?

-          Lo creo firmemente. – Pronunció y se paró sin darme tiempo de darle una respuesta.

 

Se paró y el viento meneó sensualmente su hermosa cabellera blanca, era un blanco realmente hermoso y le venía totalmente a ella. Su blusa y chaleco también se movieron con el viento, dándole un aura realmente especial. Arregló su pelo con una ternura inconmensurable.

 

-          ¿Vamos? – Preguntó con delicadeza.

 

Nuevamente sin darme el tiempo de responderle comenzó a caminar a pasos agigantados hacía el interior del instituto. Me paré e iba a seguirla. De la nada comenzaron a volver las imágenes del pasado, ella, el 21, los besos, los abrazos y las promesas que ella se llevó… nuevamente el pasado me atormenta.

 

 

-          Hey… ¿No quisieras oír un poco de mi pasado? – Tomé la mano de Ariesha inconscientemente… solo debía contárselo a alguien y ya estaba.

-          ¿Seguro? No deberías presionarte.

-          No sé, solo quiero hacerlo.

 

Ella aceptó con una sonrisa. Solté su mano y volvimos a sentarnos en el pasto. Tomé un poco de aire.

 

-          Todo empezó hace 2 años y 5 meses. Como cualquier chico normal yo tenía alguien a quien me gustaba, ella era mi mejor amiga. Solo éramos amigos y siempre me había dejado claro que éramos eso nada más. Pero un día no lo pude aguantar y se lo dije… le dije que me gustaba, eso fue un 18 de Agosto. Ella respondió con un seco “Entiendo” y desde ese día me ignoró un poco. Aun así la invité a mi cumpleaños el 21 de Agosto, ella fue y estaba todo normal, volvíamos a ser los mismos de antes. La fiesta acabó y ella se había quedado hasta un poco más tarde, la fui a dejar a su casa y todo era normal aunque estaba un poco incómodo. Llegamos en cosa de minutos a su hogar. Antes de entrar me dijo que podíamos pasear juntos y acepté feliz. Dimos el paseo, jugamos, reímos y lo demás… una cuadra antes de volver a su casa se me confesó y pidió que saliéramos como novios. Claramente acepté. Y comenzamos a salir el día de mi cumpleaños, el 21… fue el mejor regalo que pudo darme. Las cosas continuaron muy bien aunque con pequeños altibajos pero me di cuenta que en verdad hacíamos una buena pareja juntos. Y sin pensarlo… llegamos al año de noviazgo, está vez… ella me invitó a dormir a su casa como parte de regalo de cumpleaños. Esa noche… en mi cumpleaños, un día 21… cumplimos un año de noviazgo y nos hicimos uno. El 21 parecía estar bendecido. Luego de eso continuamos con nuestra tendencia de tener una relación normal, con más altos que bajo. Pero unos meses antes de llegar a los dos años las cosas cambiaron. La extrañaba pero cuando la veía solo quería que se fuera, ella sentía lo mismo… estábamos cansado el uno del otro pero no podíamos separarnos. Pensé que el día 21 de Agosto sería un día que la pasaríamos bien y tendríamos un día como el cual no habíamos tenido… esa tarde me mandó un mensaje diciendo que el regalo de este año no sería tan espectacular como los anteriores y que de antemano la disculpara… solo le dije que no se preocupara… ese día, ese 21 de Agosto ella rompió conmigo. – Suspiré un poco.

-          Oh… es triste. Es idiota… ¿No pudo esperar un día?

-          No lo sé, la odio en cierta medida pero la amo en otra.

-          Te entiendo… son cosas que pasan.

-          Pero te agradezco. – La miré a los ojos, ella se sonrojó.

-          ¿De qué? ¿De hacerte recordar todo? Lo siento.

-          No, porque ahora puedo recordar el 21 como un gran número, el día en que encontré a mi signo destinado.

-          Tienes mucha razón Rión. Gracias al número 21 pude encontrarte a ti.

-          Vamos a ser buenos amigos Ariesha, lo prometo.

-          ¡Prometido!

 

Nos paramos del pasto y muy felices fuimos hacía la sala, estábamos muy atrasados y de seguro la maestra nos iba a retar.

 

Antes de entrar volteé a ver el sol… estaba ocurriendo todo muy bien, algo iba a pasar. Cuando las cosas en el presente van muy bien, el futuro no augura nada bueno.

 

Ariesha me jaló de mi manga y comencé a correr con ella por el pasillo… sonreía alegremente.

 

Será mejor que deje de preocuparme por el pasado y por el futuro, debería vivir mejor el presente antes de que se me escape, como arena, de mis manos.

 

Entonces… comencé a sonreír de nuevo.

 

 

Capítulo 4: Aunque no te conozca, no puedo verte triste.

 

Con Ariesha llegamos a nuestro salón… Sunshine. Había un poco de griterío en la sala. Abrimos la puerta.

 

-          Discúlpenos por llegar tarde. – Me incliné y Ariesha también.

-          Hey ¿Estás mejor Rión? Te ves aún un poco pálido. – La profesora tocó mi frente, su mano estaba muy calientita.

-          Sí, estoy mejor, no se preocupe. Y de verdad, lo sentimos, yo pedí quedarme un poco más en enfermería.

-          ¿La enfermería tiene pasto? – Joder, nada se le escapa.

-          Eh… mejor nos sentaremos. – Pronunció Ariesha un poco inquieta.

-          No se molesten, no me molesta, por ahora siéntense ¿sí? – Luego de eso sonrió.

 

Íbamos lentamente hacía nuestros puesto en medio del griterío que había, con suerte pude escuchar las palabras de la profesora. En el camino alguien me abrazó por detrás y otra persona se puso delante de mí. Cómo pude, miré a Ariesha y sonreí… luego conversaríamos.

 

-          ¿Cómo estás? ¡Cielos Rión, realmente lograste preocuparme! – Jessica era la muchacha que me abrazaba por detrás.

-          Solo fue un desmayo leve.

-          Sí que eres estúpido.

-          Cállate Marcus… cállate. – Los dos sonreímos. - ¿A qué viene todo este griterío?

-          Bah, solo están escogiendo a los representantes de la clase. Es un maldito caos.

-          Me lo imagino. – Comenzamos a caminar hacia mí lugar aunque Jessica aún no se despegaba de mi espalda.

-          Por cierto Rión. – Habló Jessica. – Te postulé para que seas el presidente de la clase.

 

Cuando escuché salir la última letra de su boca, estuve a punto de desmayarme de nuevo. Odio, odio esto de los representantes de la clase, yo lo fui antes de venir a parar aquí, es mucho trabajo, es mucho sacrificio… y a esta tonta se le ocurre postularme sin mi consentimiento. Pero bueno, de seguro debo ir perdiendo.

 

-          Y te tengo noticias estúpido. Vas ganando por un 53%

 

Era el momento preciso para perder el conocimiento.

 

Mi club de fans, como le gustaba llamar Jessica a las que me “admiraban” se estaban encargando de que yo estuviera arrasando en las votaciones. Cómo desearía no haber sido tan querido desde el principio. Solo estoy en mi puesto con mis supuestos dos amigos que hacen que esté en este tipo de situación. Los odio a los dos por igual.

 

La profesora me llamó para adelante, algo así como dar un discurso y convencer de que votaran por mí… ¿Pero cómo hago para convencerlos de que no voten por mí? Supongo que deberé hacer un discurso muy improvisado y también algo malo.

 

La profesora hizo callar a todos para que yo hablara.

 

Tosí un poco.

 

-          Bueno. Antes que nada, no estoy aquí por voluntad propia, pero si ustedes me dan su voto intentaré dar lo mejor de mí para todos y que todos estén bien bajo mi mandato, si quieres apoyarme puedes hacerlo. – Callé por un rato… unos tres o cuatro minutos. – Sería. Gracias.

 

Los aplausos fueron abundantes y todos de mi “club de fans” de seguro ellas me harían ganar… no quiero. Pero algo me dio esperanza los abucheos del club de fans de Jessica… sí, sí, abuchéenme con más fuerza. Todos.

 

 

Volví a mi puesto con una sonrisa de oreja a oreja… de seguro iba a perder.

 

-          ¿Por qué sonríes imbécil? Todos los hombres te odian. – Preguntó Marcus.

-          Es algo que un idiota como tú no entendería.

-          Claro, genio. Solo por eso, voy a votar por ti para que ganes y poder joderte compañero.

-          No seas tan cruel.

-          Mejor presta atención, allí va tu rival.

 

La maestra le hizo una indicación a una muchacha de pelo rubio abundante, su uniforme se le veía perfecto en ese pequeño cuerpo, aunque era de mi estatura, pero su cuerpo se veía muy pero muy delicado. Las mangas le quedaban un poco largas, así que se veía realmente tierna.

 

Se paró enfrente de todos y todos guardamos silencio.

 

-          Ehm… Hola, yo soy Dasha Stalina, soy de Moscú… Rusia y vengo a ofrecerles mi servicios. Para empezar, no quiero dejar a nadie excluido bajo mi mandato, quiero que todos participen en esto. Las salas están dividas en nombres pero no es porque sí nada más, es porque a lo largo de estos años se irán haciendo competencias entre las salas. Hay 5 salas de primer año, 5 salas de segundo año y 5 salas de tercer año… todas ellas a lo largo del año van a competir entre ellas, en notas, deportes y otras actividades. Prometo que si salgo elegida representante de la clase, voy a hacer que Sunshine sea la primera de todas. Voy a colaborar con todos ustedes de la manera que pueda, voy a ser su aliada en todo sentido, así que por favor… voten por mí. Gracias.

 

Fue un discurso maravilloso. Emocionante y la pasión en sus palabras era notoria para todos. Los aplausos del club de fans de Jessica fueron ensordecedores. ¡Bien! Si esto sigue así quizás pueda perder.

 

No había más candidatos así que la caja de votación ya estaba en medio de la sala, con la profesora como supervisora. Estaba algo nervioso, en cierto grado, me gustaría ser representante de la clase… en una cierta medida. Si gano, quizás lo intentaré.

 

Uno por uno fueron entrando todos, yo y Dasha nos quedamos excluidos… se veía muy concentrada y esperanzada en la victoria, la veía decidida.

 

El idiota de Marcus entró riéndose mientras me miraba… el idiota iba a votar por mí. Pero eso ya no me preocupaba, el espíritu luchador de Dasha parece que se me había contagiado un poco.

 

Jessica también entro sonriendo. Ariesha también… cuando pasaba una mujer siempre me sonreía pero pasaba un hombre y su mirada decía que me iban a matar en cualquier momento.

 

Todo acabó… la caja de votaciones se abrió y la profesora comenzó a sacar los papeles…

 

-          Hey ¿Quién marcó este papel con color negro?

-          Yo. Lo siento ¿Pero ese podría guardarlo para el final? – Dijo el idiota de Marcus.

-          Eh… está bien, solo por esta vez. Comenzaré con el conteo.

 

Uno para mí, otro para Dasha… dos para mí, tres para Dasha y así se mantuvo… hasta que quedamos empatados a 18… solo faltaba un papel, el papel negro de Marcus.

 

Me sentí alegre pero un poco más triste. Por Dasha, aunque no perdía la esperanza de poder ganar, yo ya sabía lo que ese papel decía… ese papel llevaba mi nombre.

 

-          El ganador es… Rión Kizoku.

 

La sala se formó un griterío, todos vinieron corriendo a abrazarme, inclusive me botaron de mi silla. Me levantaron entre sus brazos y comenzaron a corear mi nombre. Me sentí muy manoseado. Demasiado.

 

Las cosas se calmaron un poco, creo que incluso hasta la profesora disfrutaba esto. Controló todo y nos mandó a nuestros puestos. Dasha quedaría como vicepresidenta de la sala y ahora escogerían al tesorero.

 

El duelo era entre Jessica y Marcus. Joder. Les dije a todos que intentaran votar por Marcus, que el resto lo haría yo cuando estuviéramos en el comité. Casi todas aceptaron, pero él seguía teniendo un grupo de admiradoras.

 

Así que las votaciones comenzaron, era una difícil decisión… por un lado mi primera amiga Jessica y por otro el idiota cabeza hueca de Marcus… por ende, mi voto fue nulo. Total, de seguro ninguno de los dos se iba a enterar.

 

Volví a mi puesto y Ariesha me miró.

 

-          Parece que alguien no está muy feliz. – Indicó el puesto de Dasha.

-          Hey… ¿No te quedarán más dulces?

-          Tengo uno.

-          Dámelo por favor.

-          Como gustes.

Me entregó el dulce envuelto, está vez, en un papel azulado. Me senté en mi puesto y comencé a escribir algo en un papel. Luego de eso, me dirigí hacía Dasha.

 

La sala era de nuevo un caos, con Marcus y Jessica diciendo el por qué deben ser escogidos… sus clubs de fans luchando a lado de su ídolo. Incluso el mío luchando por el lado de Marcus, otros por el lado de Jessica. Por ese instante me sentí ignorado.

 

-          Hey… ¿Tienes un tiempo? – Pregunté a la deprimida Dasha.

-          No quiero tu compasión Rión, enserio… no estoy de humor. – Su voz era deprimente, pero era hipnotizadora.

-          Solo venía a entregarte esto. – De mi bolsillo saqué el dulce. – Cómelo, te alegrará el día.

-          Gracias… - Apena pudo pronunciar.

-          Eh, por cierto… no te olvides de mostrarle esto a la profesora. – Le entregué el papel que estaba escribiendo antes.

 

Me despedí cordialmente de ella, miré mi celular, solo quedaban dos minutos para salir a recreo. Me paré enfrente de la puerta, está vez, debía conseguir algo de comida. Dasha abrió el papel y lo leyó. Sonrió un poco, miré disimuladamente.

 

-          ¿Por qué haces esto? Si ni me conoces y tener el puesto de presidente es algo maravilloso… ¿Por qué me lo entregas así sin más?

-          Porque aunque no te conozca, no puedo verte tan triste.

 

Tocaron el timbre y todos se sorprendieron, abrí la puerta.

 

-          Tonto, no te lo agradeceré.

 

Escuché eso antes de irme, solo sonreí y fui a comprar.

 

 

 

 

 

Capítulo 5: Fue un gran día.

 

Así que por fin se acababa el primer día. La campana sonaba y todos nos retirábamos en cierto orden.

 

¿Lo qué pasó? Bueno la representante al final es Dasha y yo quedé relegado a nada. Se siente bien hacer feliz a una mujer. Luego almorzamos y conversé un poco con Jessica y Marcus antes de entrar a clases. Acordamos salir un día de estos por Londres, pero por hoy, sería mejor que fuera a mi casa.

 

El sol estaba ya bajando, eran cerca de las 6 de la tarde. Al fin y al cabo, sobre lo de los clubes se verá mañana a primera hora.

 

Iba con la mayor calma del mundo, pensé en tomarme algo antes de ir a casa, pero el cansancio me ganó y decidí irme enseguida, leer algún libro y recostarme a descansar, el día había sido un poco pesado.

 

Jessica no sé dónde estaba, de seguro estaba con Marcus. Ésos dos, formaban una buena pareja. Me caía un poco bien el italiano.

 

Estaba parado en la puerta esperando a alguien… no sé a quién, pero esperaba a alguien. Creo que será mejor que me vaya a casa, me dije a mi mismo. Comencé a caminar lentamente, el ambiente de la ciudad, era muy agradable. Caminar relajadamente por la vereda es algo que me encanta hacer.

 

Mi celular comenzó a vibrar. Lo saqué de mi bolsillo y tenía un mensaje nuevo en el buzón de entrada:

 

“Lo siento, hoy nos toca a mí y a Marcus hacer la limpieza de Sunshine, te veo en casa, besos. Jessica”

 

¿Así que hoy me iré solo? Si no tuviera tanto sueño exploraría un poco más. Pero el cansancio me ganaba, por hoy iba a casa.

 

Llegué hasta la estación de trenes, estaba repleto de estudiantes de Itsuka. Y yo formaba parte de ellos. Todos nos saludamos y comenzamos a hablar. Aunque yo me mantuve al margen, pensaba en otras cosas.

 

Hasta que reconocí una voz que me saludaba.

 

-          Qué coincidencia encontrarte aquí…

-          Lo mismo pienso, Dasha.

-          ¿Y tus amigos?

-          Se quedaron a limpiar la sala, les tocó el papel número 1. Y Ariesha, no me he enterado de ella desde el almuerzo.

-          Creo que usa bicicleta para irse a casa.

-          Ya veo.

 

No lo entiendo, la atmosfera era buena pero entre Dasha y yo las cosas eran un poco recelosas. Hablábamos y escogíamos las palabras con mucho cautelo. El vagón en cada estación se llenaba más y más. Hacía mucho calor. Y Dasha estaba prácticamente abrazada a mí. Esto no nos favorecía.

 

Estuvimos callados un buen rato. Quería hablar pero no sabía de qué y como dije antes, mi mente aún pensaba en otras cosas, estaba muy distraído. ¿Cómo no estarlo? En el primer día de clases ha pasado mucho.

 

-          Oye, gracias. – De la nada, Dasha articuló estas palabras.

-          ¿Por qué? No he hecho nada en especial.

-          ¡Claro que sí! Bueno, lo de esta mañana… ya sabes, lo de las elecciones.

-          Bah, no te preocupes, al menos eso te alegró.

-          Tienes razón.

 

La conversación nuevamente paró. Estoy seguro que le costó decir esas palabras, pareciera que era una chica orgullosa. Pero al parecer no lo era, o no tanto como aparenta.

 

Habían una pareja de Itsuka conversando.

Escuché un poco.

 

-          Entonces… ¿Te gusto o me odias? – Preguntó el chico de pelo largo.

-          Por el momento, no me gustas. – Él puso una cara muy triste. – Pero tampoco te odio.

-          Eso me alivia, aún tengo posibilidades.

 

Que increíble, el primer día, ya se estaban formando parejas…

 

-          ¿Qué piensas de mí Dasha? ¿Te gusto o me odias? – Pregunté inconscientemente. Las palabras solo salieron y Dasha se sorprendió muchísimo.

-          Eh… ¿A qué viene esa pregunta? – Creo que no le agradó.

-          Nada, solo… olvídalo.

-          No puedo. En la siguiente parada tengo que bajarme.

-          ¿Sí? Igual bien, a mí me quedan como diez.

 

 

 

El vagón paró su ritmo y habíamos llegado nuevamente a una estación. Está vez Dasha se bajaba. Nos despedimos con la mirada. Se dio media vuelta para bajar, pero antes volteó y volvió a estar enfrente de mí.

 

-          Contestando a tu pregunta, creo que no te odio, más bien me gustas y mucho. – Entonces me besó en la mejilla, me miró con su cara sonrojada y salió corriendo del vagón.

-          Gracias… - Articulé media hora después.

 

Me coloqué mis audífonos e intente no pensar en nada.

 

 

Dasha… Dasha… Dasha, era lo que resonaba en mi mente. Puedo tomar eso como una declaración o una casi declaración. No lo sé, solo sé que desde ahora creo que veré a Dasha más como mujer.

 

Estemos claro en algo, es una belleza total. Su pelo rubio natural y abundante, su cuerpo tan delicado y tierno, junto con sus ojos y su nariz perfecta. Parece que debe tener muy buenas clasificaciones y su voz es realmente tierna. Es una mujer perfecta. Y por ahora, no puedo sacarla de mi mente.

 

Pero puede ser que sea una relación de idol-fan… hay miles de tipos mejor que yo, mejor físico, mejores calificaciones, mejor peinado, mejor en todo. Ella nunca se fijaría en un tipo como yo. De eso estoy seguro.

 

Mientras nadaba en mis pensamientos, llegué a la estación donde debo bajarme. Era yo el único estudiante en el vagón y por ende, el único tomando el autobús a casa. Por lo menos, éste pasó enseguida.

 

Con la música ni cuenta me di cuando ya estaba en el hotel… en mi hogar, por ahora. Sam me movió la cola y le hice un poco de cariño. El sol estaba a punto de esconderse, estaba un poco preocupado por Jessica, pero de seguro ella ya se maneja en estos lugares.

 

Entré al hotel y Cecilie no estaba. Es descuidada dejar el hotel así sin más, debe tener mucha confianza o un sistema de seguridad de última generación. Sonreí, era momento de sonreír.

 

El piso de madera sonaba mientras daba mis lentos pasos hacía mi habitación. Abrí lentamente la puerta y la habitación estaba tal como la había dejado, ordenada. Tiré mi bolso por allí y me tiré a mi cama.

 

¿Qué es esta sensación de felicidad? Me sentía feliz, reía porque estaba nervioso… pero ¿Por qué? Solo sonrío, me encanta sonreír sin un motivo, solo hay que sonreír, ese es el objetivo.

¿Será por Dasha que estoy feliz? Le gusto, o al menos eso dejo entrever, pero… no lo sé. Estoy pensando mucho en ese tema. El sol se había puesto y Jessica no volvía, la iba a llamar… pero sin querer, me dormí.

 

 

-          Oye… ¡Oye! – Escuché gritar.

 

Me dormí profundamente y una voz interrumpía esa labor. Parece que estuviera gritándome hace mucho tiempo, solo recuerdo haberla escuchado llamándome hace poco. No respondí, quería responder, pero mi cuerpo estaba cansado.

Hasta que sentí las rodillas de alguien en mi espalda. Grité de dolor y desperté, me di vuelta y Jessica estaba encima de mí.

 

-          Por fin despiertas, estoy llamándote hace dos horas.

-          Lo siento… ¿Estás bien? Me tenías preocupado, es tarde… para la otra debería esperarte.

-          Está bien, está bien, el pequeño Rión se preocupa por mí.

-          Obvio, no quiero que te pase nada. – Reímos.

-          He escuchado lo que pasó con Dasha.

-          ¿Ah sí? ¿Eso qué le entregué el puesto de representante de la clase?

-          No, que se te declaró en el metro.

 

Mi cara de desconcentración sorprendió a Jessica. ¿Quién inventaba esas cosas?

 

-          Estás equivocada… solo me dijo que le gusta…ba.

-          Entonces sí se te declaró. Tonto. – Sí, tenía razón, en cierto modo se me declaró. - ¿Qué le dijiste?

-          Mira fue así, escuché a otros estudiantes diciéndose “¿Te gusto o me odias?” y yo le pregunté eso a Dasha, no me respondió enseguida, de hecho, estaba por irse cuando se dio vuelta y me dijo que no me odiaba, por el contrario, le gustaba y mucho, luego de eso me besó en la mejilla y se fue, no pude darle una respuesta concreta.

-          Hmm… - Su pose era muy pensativa, de seguro quería ayudarme. – Es bonita y no por nada te dio un beso en la mejilla, un beso en la mejilla no es nada entre amigos, pero entre personas desconocidas y luego de “declararse” creo que deberías tomar enserio la opción de Dasha.

-          No he parado de pensar en eso…

-          ¿Por qué no lo intentas? Estaré para apoyarte.

-          Tonta, no debes apoyarme, solo quédate aquí en los próximos tres años. – La abracé fuerte y la boté en la cama, comencé a hacerle cosquillas. Las carcajadas se escuchaban en todo el hotel. Paramos un poco, el ambiente era realmente bueno.

-          Claro que estaré aquí siempre Rión, no cabe duda… mejor me voy a dormir.

-          ¿Tan temprano?

-          Son las 12 de la noche.

-          ¿Tanto dormí? No puede ser…

-          Ahora tengo sueño, debo dormir. Piensa lo de Dasha y ve su actitud mañana… eso definirá todo. Te quiero volver a ver sonreír como lo haces ahora… no quiero verte llorar de nuevo y no poder hacer nada.

-          No te preocupes… - La abracé tiernamente. – No volveré a llorar de nuevo.

-          Eso espero… me voy, buenas noches. Por cierto, fue un gran día.

-          Buenas noches, y sí… fue un gran día y lo seguirán siendo por tres años más.

 

Nos dimos un beso en la mejilla y se fue a su habitación. Apagué las luces, intenté pensar en nada… y creo que me dormí.

 

 

Capítulo 6: Tú y yo con esa nueva historia.

 

 

Me levanté de la cama, no sé cuánto dormí, pero estaba muerto de sueño. Por mí me hubiese quedado a dormir todo lo que quedaba de mañana. Eran las 6:45 de la mañana. Coloqué el despertador más temprano, para poder desayunar y no estar tan apresurado en llegar al instituto.

 

Jessica y Cecilie dormían.

 

El hotel estaba todo apagado y por primera vez me detuve a pensar… soy el único aparte de ellas dos. Sólo éramos Jessica, Cecilie y yo.

 

Aún seguía medio dormido mientras caminaba, desnudo, por el pasillo. Iba a darme una ducha para ver si lograba despertarme de una vez por todas.

Abrí el agua caliente, estaba en su perfecto estado. La ducha que me di fue bastante agradable y pude despertarme por fin.

 

Me miré al espejo, mi largo cabello café se veía muy desordenado luego de una ducha. Lo peiné con mis manos, más bien, solo lo alisé un poco. Me lavé los dientes y en toalla fui a mi habitación. Creo que Jessica se había despertado.

 

En mi cuarto, me puse mi uniforme, me miré al espejo y sin saber por qué… sonreí. Hoy sería un buen día.

 

Eran las 7 de la mañana, aún quedaba mucho tiempo. Podía relajarme un poco.

 

Fui al comedor y estaba Cecilie preparando el desayuno. Ofrecí mi ayuda pero la rechazó.

 

-          Ara, ara… no te preocupes, yo haré el desayuno para ti y para Jessica.

-          Quiero ayudar, me siento inútil.

-          Hey, ya dije que no, sólo relájate, el desayuno estará pronto. No puedo dejar que mi invitado especial trabaje.

-          Gracias señora Cecilie.

-          No me digas “señora” me haces sentir muy vieja. Solo llámame por mi nombre.

-          Está bien, voy a mi habitación a arreglar unas cosas, me llamas cuando esté todo listo.

-          Claro Rión.

 

De verdad quería ayudarla, pero si me dice que no, supongo que debo respetarla. Entré a mi cuarto y leí un poco.

 

Unos 10 o 15 minutos después Cecilie me llamaba a mí y a Jessica. Cruzamos miradas y nos saludamos en el pasillo. Luego de eso desayunamos unos ricos huevos que nos hizo Cecilie.

 

La comida estaba riquísima… y con Jessica ya nos alistábamos para irnos al instituto.

 

Nos despedimos de Cecilie y luego de Sam. Tomamos el autobús que pasó enseguida y sin darnos cuenta estábamos en el metro.

 

Los dos teníamos mucho sueño, así que no hablamos mucho. Aparte, estaba pensando en otras cosas, como siempre.

 

-          ¿Y lo pensaste anoche? – Quebró el silencio Jessica.

-          Eh, claro. Creo que lo mejor es dejar pasar el tiempo, no forzar nada.

-          Eso te iba a decir, es mejor no forzar nada, así estarás mejor.

-          Sí. Tengo mucho sueño.

-          Yo igual.

 

Los dos bostezamos al mismo tiempo y cuando terminamos nos reímos con esas lágrimas que produce bostezar. El vagón se detuvo. Ya habíamos llegado a la escuela.

 

Apoyaba mi bolso en mi hombro derecho mientras mi pelo tapaba un poco mis ojos. Jessica iba a lado mío, sosteniendo con las dos manos su bolso que llevaba delante. Y su pelo castaño se veía realmente ordenado y además hoy se puso una cinta azulada, se veía maravillosa. Alguien, de no sé dónde, nos sacó una foto y salió corriendo. No me importó.

 

Llegamos a la entrada de la escuela. Todos entraban muy ordenados. Bostecé un poco y con algo de lentitud subí a Sunshine con Jessica.

 

Abrimos la puerta y todos nos miraron. Caminamos hacia nuestros puestos, pero antes de eso, inconscientemente busqué a Dasha… y la encontré. Nuestras miradas se cruzaron y ella se sonrojó. Yo solo sonreí y me dirigí a mi puesto.

 

También estaba Ariesha que me saludó entusiasta. No sé cómo le hacía para estar así todos los días.

 

Jessica y Marcus comenzaron a reírse… ellos dos hacían buena pareja. Nuevamente miré a Dasha, aunque ella está vez me saludó con la mano y me sonrió, respondí con el mismo gesto.

 

La profesora llegó a la clase e informó que antes de empezar a estudiar, deberíamos ver los clubes a los que nos queríamos unir. Todos se juntaron en grupos a decidir los clubes.

 

Marcus y Jessica se acercaron a mi puesto y yo invité a Ariesha a unírsenos.

 

-          Entonces, ¿A qué club nos uniremos? – Preguntó Marcus.

-          No lo sé, debe ser uno donde compartamos todos los mismos gustos. – Aportó Jessica.

-          No sé… ¿El de baloncesto? – Dije, para dar una idea.

-          No lo creo, de seguro ya hay muchos allí.

-          Yo estoy allí. – Dijo Ariesha. Todos nos sorprendimos.

-          ¿Desde cuándo? Entonces no puedes unirte a otro. – Marcus dijo un poco decepcionado.

-          En la mañana, bien temprano, me alisté en el club de baloncesto. Y sí puedo estar en tantos clubes como quiera, pero tengo que tener el tiempo para asistir a ellos.

-          ¿Tú horario cuál es?

-          Los lunes, miércoles y viernes. Luego de las clases. Si nos unimos a otro club, solo podré ir martes y jueves, aunque el viernes son los partidos que son 3 horas luego de clases, igual podría asistir a las actividades.

-          Hmm… - Pensé.

-          Entonces estaría bien, si puedes ir con nosotros, deberías hacerlo. – Dijo Jessica entusiasta.

-          Como a mí y a Rión nos gusta escribir y a ustedes leer y de seguro que se animan a escribir, deberíamos unirnos al club de literatura… ¿No lo creen? – Ariesha y Jessica parecieron aceptar la idea.

-          No lo creo, Marcus. – Me negué. – Piensa… el club de literatura, no somos los únicos escritores aquí, y se unirán muchos estudiantes a ese club, con el revuelo que hemos causado tú y yo, además, de seguro que no somos los únicos que causamos revuelo. No sabríamos el horario, quizás ni podamos escribir.

-          ¿Qué propones entonces? Hasta ahora, es la mejor idea, unirnos al club de literatura.

-          Es simple… Vamos a crear un club, solo para nosotros cuatro. – Todos sonreímos.

 

Un club solo para nosotros cuatro, donde nadie nos mandara, donde el horario podía ser más flexible y sobre todo, afianzar nuestra amistad, era una idea maravillosa que todos aceptamos.

 

-          Sí, suena bien. – Dijo Ariesha, un poco emocionada.

-          Es una buena idea Rión, pero dime… ¿Club de…? – Preguntó Jessica, con toda la razón del mundo.

-          Pensemos. – Dije.

-          Necesitamos un club relacionado con la escritura.

-          Sí… hay muchos clubes que nadie sabe su existencia y es porque se mantienen en el anonimato porque el objetivo es solo poder establecer lazos más fuertes o pasar un buen rato. Nosotros podemos ser de ellos, o en su defecto, podemos ser un club que haga ruido en la escuela. ¿Qué opinan? – Dijo Marcus y me impresionó.

-          No eres tan idiota. Bueno, de hecho sí lo eres. – Reí y le pegué con el puño en el hombro. – Eso no se pregunta, obvio que seremos un club que haga ruido en la escuela.

-          ¡Claro que sí! Vamos a competir contra esos de literatura. – Jessica se paró y nos abrazó a mí y a Marcus. Ariesha reía mucho.

-          Será algo con escritura. – Dije mientras Jessica aún nos abrazaba. - ¿Se llevan bien con la computación?

-          ¡SÍ! – Todos dijeron al unísono. Sonreí, tenía la idea perfecta.

-          Vamos a abrir cuatro blogs.

-          ¿Eh?

-          Así es, vamos a abrir cuatro blogs, en él, escribiremos lo que queramos, lo vamos a difundir por la escuela.

-          No es mala idea… - Decía un poco insípido Marcus.

-          ¡Me encantó! – Gritó Jessica, apabullando a Marcus.

-          ¿Qué opinas Ariesha?

-          Me gusta, tendré tiempo para jugar baloncesto y aparte, mi blog se tratará sobre eso. Es perfecta la idea.

-          Muy bien. Entonces haremos el club de blogs.

-          ¡PERFECTO! – Gritamos todos.

 

Anotamos el papel de requisito para abrir un club. Pusimos nuestros nombres y el “club de blogs” estaba por ser creado. Al entregar el papel a la profesora, sentí que este club… iba a ser entretenido.

Iba a mi puesto y miré a Dasha que reía con sus amigas, me quedé parado allí como estúpido. Ella me miró, solo eso.

Me acerqué y la llevé a un lugar donde pudiéramos hablar tranquilamente.

 

-          Hola. – Dije un poco tímido.

-          Hola…

-          Esto, verás… solo quería saludarte.

-          Está bien, también tenía ganas de hablarte. – Reímos tímidamente.

-          ¿Por qué no te unes a nuestro club? – Pregunté, si puede unirse al club, podríamos conversar mucho más.

-          Lo siento, soy representante de la clase, no puedo unirme a un club. – Joder.

-          Vaya… que mal.

 

La profesora gritó que nos sentáramos para que dijera los nombres de los clubs y los miembros. Antes de irme Dasha me dijo algo.

 

-          ¿Podrías quedarte en el primer recreo en la sala? Quiero decirte algo. – Se sonrojó un poco.

-          Oh, sí… claro, no te preocupes.

-          ¡Gracias!

 

Nos miramos y cada uno fue a su puesto.

 

Al sentarme, Marcus y Ariesha me miraron… como si hubiese hecho algo malo. Estoy seguro que se morían por preguntarme qué pasaba. Jessica me miró y sonrió, como tratando de decirme “estuviste muy bien” ella ya sabía todo.

 

La profesora comenzó a hablar, todos la escuchamos.

 

-          Los clubes son los siguientes:
Club de fútbol con 10 miembros.
Club de baloncesto con 5 miembros
Club de literatura con 13 miembros
Club de natación con 2 miembros
Club de peleas con 4 miembros
Club de atletismo con 2 miembros
Y por último… El Club de Blogs… con 4 miembros.
Suerte a todos los clubes.

-          ¡Muchas gracias! – Todos gritamos emocionados.

-          Ahora las clases.

-          Buh.

 

 

Las clases pasaron muy rápido, fueron sobre Biología. No me iba muy bien, pero presté mucha atención. Además Ariesha me ayudaba. La conexión de nuestros signos había logrado que pudiéramos hablar libremente y de forma muy divertida. Me gustaba hablar con ella, hablábamos cada tema.

 

Hasta que por fin el primer recreo llegó. Estaba algo nervioso.

 

-          ¿Quieres ir a comprar algo? – Preguntó Jessica.

 

La agarré y salí corriendo hacia el otro rincón de la sala.

 

-          Dasha me pidió que me quedara en la sala este recreo, quiere decirme algo. Así que por favor llévate a Ariesha y Marcus.

-          Haz hecho avances, Rión. Lo hago por ti.

-          Cuento contigo.

 

Me quedé en ese rincón, a Jessica le costó llevarse a Ariesha y a Marcus, pero lo hizo. Esperé a que todos se fueran, no se iban nunca y Dasha estaba tan cerca de mí… pero a la vez tan lejos. ¿Sería capaz de decirle que en cierto modo, me gusta? ¿No es muy luego?

 

Al fin y al cabo de unos minutos, solo estábamos en la sala yo y Dasha.

Nos acercamos tímidamente. Desde el vamos, los dos estábamos sonrojados.

 

-          Bueno… ¿Qué quieres decirme?

-          Esto… bueno, sabrás que, yo… ayer, no sé cómo te tomaste lo de ayer, pero quiero aclararlo ya. – Le tapé su boca con mi dedo.

-          Antes que digas algo, solo quiero preguntarte dos cosas… ¿Si yo me lo hubiera tomado enserio y ahora estuviera por declararme, qué harías? Y también ¿Lo que dijiste ayer era verdad, o solo fue un estúpido impulso? – Mi tono de voz, no era tímido, era muy frío y obstinado. Así me vuelvo yo, cuando hablo seriamente.

-          Esto… al diablo. ¡Me gustas! – Luego me miró con unos ojitos grandes y casi llorando, además de sus mejillas rojas y sus manos juntas en sus piernas. La abracé y posé mi pera en su cabeza. – Esto… es vergonzoso.

-          Tonta… sé que es por lo de ayer, por eso de la presidencia y no está mal, no estoy seguro si podré hacerte feliz, no sé si me rechazarás ahora, pero también me gustas… por favor sé mi novia. – Por un momento los dos callamos, pero luego me abrazó fuerte.

-          Voy a ser tu novia. – Hace tiempo no escuchaba esas palabras.

-          Te quiero.

-          ¿No es muy luego para una relación? ¿No piensas lo mismo?

-          Es muy luego, nos conocimos ayer… pero ¿Qué le puedo hacer? Desde ayer no he dejado de pensar en ti y si es muy luego no importa, estemos juntos.

-          Está… está bien. Esta relación quiero que sea especial.

-          Yo igual, no tengo buena experiencia, así que… espero que todo salga bien.

-          Vamos a recreo Rión, muero de hambre.

-          Yo igual, vamos.

 

Raramente, no nos besamos y mientras caminábamos por el pasillo parecíamos personas normales… ¿Era mi novia cierto? ¿Entonces por qué me costaba besarla o darle la mano, o hacer cosas de novios? No lo sé, pero mientras pensaba en ello, Dasha me dio la mano, me sonrío y comenzamos a correr por el pasillo hasta llegar a fuera.

 

Jessica me vio tomado de la mano con ella, sentí su risa… sentí su alegría, como también sentí el enojo de Marcus y el desconcierto de Ariesha.

 

No sé qué nos deparará los siguientes días, no sé si es demasiado luego, no sé si llegaré a amarla, si haremos el amor, si irá a mi casa o si dormirá conmigo. No sé si la estoy utilizando para sanar mis heridas del pasado, no sé si lo de ayer y lo de hoy son solo impulsos y mañana se acabarán, no lo sé, pero ayer decidí dejar de preocuparme por el pasado y el futuro, solo estoy atento a mi presente y mi presente, por ahora, es con Dasha, de la mano y siendo mi novia. Junto a mis amigos el club de blogs y tengo pensado darme un paseo por el club de baloncesto y recordar mi antigua pasión.

 

Ésta es mi nueva vida en Itsuka, éste soy yo, ellos son mis amigos Jessica, Marcus y Ariesha…. Y ella es Dasha, mi presente y junto a ellos, de seguro voy a formar los mejores recuerdos. Ya sé que escribiré en mi blog, ésta es mi historia y todos vamos a ser parte de ella. Por cierto, no pude cumplir lo que le dije a Jessica, eso de dejar pasar el tiempo.

 

 

Capítulo 7: Antigua pasión.


El día había pasado sin mucha prisa. Ya casi habían acabado las clases y los clubes comenzaban sus actividades, dentro de poco.

 

Con Dasha las miradas iban y venían, junto con las sonrisas y los sonrojos. Comenzaba a tener mucho interés en los días venideros.

 

Claramente, en el primer recreo, luego de estar tomados de las manos con Dasha, Marcus no dudó en preguntarme lo que pasaba. No pude mentirle al idiota y ahora dice que se conseguirá una mejor novia y será mejor escritor que yo. Es un idiota.

 

Ariesha opinó que estaba bien, quizás un poco rápido, pero que estaba bien.

 

Ariesha nos invitó a todos a ir a la práctica del club de baloncesto, que solo por esta semana sería todo los días. Marcus y Jessica iban a llegar un poco más tarde, ellos debían quedarse a las actividades de limpiar la sala y lo demás, así que yo iría con Ariesha, porque las actividades del club de blogs aún no empezaban.

 

El día pasaba y las clases igual. Era historia y sencillamente quedaban menos de 10 minutos de clases, pero por lo que sé, he aquí donde la profesora se pone más cabrona. Pero hoy no fue el caso, tocaron la campana para salir y nos dejó ir sin más apuros… es raro.

 

Antes de irme con Ariesha le dije a Dasha que no podía irme a casa con ella aunque ella debía quedarse a las actividades del consejo estudiantil, así que creo que al final nos iríamos juntos.

 

Nos despedimos de un coqueto beso en la mejilla, casi tocando nuestros labios, al parecer, las relaciones aquí son más lentas que en mi país. Pero estaba bien con esto, lento… y seguro.

 

Sin darme cuenta estaba entrando al gimnasio con Ariesha, era realmente grande. Los balones ya se escuchaban y las redes también. Mi antigua pasión, el baloncesto estaba enfrente de mí.

 

Ariesha me dijo que me cambiara ropa y me pusiera alguna camiseta que encontrar por allí, aunque no participara que estuviera preparado, por si acaso. Es como si captara lo que siento, mis deseos y mis pasiones… ¿El poder de los signos? No lo sé. Pero si me preguntan… estaba realmente desesperado por jugar o encestar aunque sea un triple.

 

Busqué un short y una remera… justo encontré la que usaba en preparatoria, la número 10. El uniforme de baloncesto era de color azul y dorado, al igual que nuestro uniforme oficial. También encontré calentadores para las piernas, mis favoritas… solo faltaban mis zapatillas, pero las había dejado en Chile, quizás más adelante me compre otras.

 

Ariesha también llegó de cambiarse ropa y se veía estupenda, casualmente ocupaba la número 11 y el short le llegaba muy arriba de las rodillas, se veía estupenda.

 

Yo me quedé sentado en las bancas, al fin y al cabo solo iba a ver a Ariesha, y ella comenzó a lanzar y a jugar felizmente. Me di cuenta que tenía mucha técnica al lanzar y unos giros excelentes. Tenía potencial.

 

No es por presumir, pero en la preparatoria, yo era uno de los mejores. Aunque nunca resalté, exageradamente… eso es porque me concentré más en la escritura, donde si pude resaltar más que en el baloncesto.

 

Miraba a Ariesha como jugaban y todo. Hasta que el entrenador comenzó a designar parejas y Ariesha, sorprendentemente quedó sola. Se venía a sentar, pero no podía dejar esto así… estoy obligado a jugar.

 

Me paré y corrí hacia ella.

 

-          Te ves deprimida… ¿No quieres jugar?

-          Sabes que no tengo pareja.

-          ¿Soy invisible? ¡Vamos a jugar! – Y sonreí.

 

Tomé su mano como cuando ella tomó la mía ayer. Corrí por la cancha con ella, como ella corrió en el pasillo conmigo. Y la hice reír como ella me hizo reír, esto es la amistad. Devolverse los favores.

 

Ahora sí estábamos todos listos y con parejas. El juego consistía en poner una pareja en el centro, otra en último ahora y otra en el primer aro con un balón y tener que pasar a la defensa del centro y luego a la defensa del último aro… Si te robaba el balón la defensa de en medio, tú tomabas su lugar y ellos tomaban tú lugar. Sencillo.

 

Con Ariesha quedamos en el último lugar, seríamos la última pareja en salir. Eso era conveniente, podíamos ver las habilidades de los demás.

 

Salió la primera pareja y logró pasar a la defensa de en medio, pero la defensa del último aro parecía muy buena.

Fue así con todas las parejas, bueno… casi todas.

 

Había una pareja, un tal número 26 y una 13… que realmente eran buenos y tenían muy buena química entre ellos. Pasaron sin muchas complicaciones a la defensa de en medio, de hecho… esa defensa era bastante mala, no lograron robarle a nadie, aunque aún faltábamos nosotros, pero de seguro que no lo harían. Cuando el número 26 y la número 13 llegaron al último aro… fue un duelo bastante entretenido y reñido. Al principio creíamos que sería la misma historia, pero el número 26 dio un pase de ensueños. Primero saltó y simuló un tiro, pero cuando los dos defensas fueron a taponarlo, él dio un pase por detrás de la espalda, y la número 13 solo la depositó fácilmente… una gran jugada.

 

Todos aplaudimos… pero ahora nos tocaba a nosotros. Nos miramos con Ariesha, chocamos nuestros puños, sonó el silbato… y salimos a toda velocidad.

 

Me di cuenta que era muy rápida y que yo estaba muy fuera de forma, aunque pude mantener el ritmo, tenía unas muy buenas manos para escribir y también unas piernas muy buenas para correr y saltar.

 

Llegamos a la defensa de en medio… ella llevaba el balón y me lo dio, di un giro muy rápido… volvía a hacer el amor con mi antigua y olvidada pasión, le devolví el balón a Ariesha con un pase detrás de la espalda y seguimos hacía la canasta.

 

A mí me marcó el número 26, era rápido, tenía una mirada fría y un ritmo acelerado. Aunque creo que mi mirada no era la más amistosa de todas, nos dimos unos empujones, pero no podía quitármelo de encima. Y Ariesha tenía un poco de problemas con la número 13, debía apresurarme y zafarme del 26.

 

Hice un giro y creí que le había liberado, le pedí el balón a Ariesha y me lo lanzó, pero el número 26 venía detrás de mí y me robó el balón. Corría hacía el centro, ellos debían atacar ahora, pero antes que se fuera le robé yo el balón… lo boté un poco y Ariesha me lo pidió, se lo di, creo que iba a lanzar, pero ese tiro no iba a entrar, su ritmo no era el adecuado, más la marca intensa de esa número 13, ese tiro no iba a entrar, así que se lo pedí de nuevo y de nuevo me la dio, el número 26 casi me la roba de nuevo, pero logré coger el balón primero y correr hacia el aro.

 

Él corría un poco más rápido que yo, así que cuando iba al aro, él ya estaba enfrente de mí con intención de taponarme. Salté tan alto como pude y simulé que la iba a clavar… él se lanzó y estoy seguro que me iba a taponar, pero en el último segundo cambié de mano e hice una bandeja un tanto rara con mi mano izquierda… pero que entró. En el aire choqué con él y los dos nos precipitamos al suelo.

 

Ariesha me levantó y la número 13 lo levantó a él. Nos dimos un apretón de manos.

 

-          Juegas bien, para ser un novato. – Su voz era bastante grave.

-          No soy un novato, jugué toda la preparatoria, aunque ahora no había jugado hace un tiempo.

-          Lo suponía, no cualquiera hace ese tipo de jugadas. – Sonreía, se veía feliz. – Para serte sincero. – Me susurró. – Aquí no son muy buenos que digamos, el nivel es muy bajo.

-          Hm… pero de seguro subirá, por cierto… ¿Cómo te llamas?

-          Oh lo siento, se me olvidó, mi nombre es Ricky León. Soy de España. Mucho gusto. – Estrechamos las manos.

-           Mi nombre es Rión Kizoku, mucho gusto en conocerte también.

-          Oh, por cierto, la número 13 es mi amiga de infancia y novia.

-          Hola… - Saludó tímidamente. – Mi nombre es Luna de Aragón. Mucho gusto.

-          Ayer no viniste.

-          Ayer no había club.

-          Pero casi todos vinimos igualmente.

-          No sabía, aunque yo no vendré tan seguido.

-          ¿Ah? ¿Por qué? ¡Debes venir y ayudarnos a ganar la inter-high!

-          Es que… yo ya tengo otro club y aparte, estoy en mala forma…

-          No nos importa. Si juegas así, o si vienes una o dos veces a la semana, no importa… pero me gustaría jugar contigo y ganar la inter-high.

-          Lo pensaré…

-          Está bien, ahora volvamos a jugar. Por cierto… ¿Ariesha y tú son… novios? – Colocó su brazo entre mi cuello mientras me pegaba unos pequeños puños en el hombro. Lo correteé con un empujón leve.

-          No, yo ya tengo novia.

-          Oh… ¿Quién es? – Aunque Dasha me dijo que intentara no decir nada, por ahora… debía presumir.

-          Dasha Stalina.

-          ¿Eh? AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH? – Creo que casi se desmaya al escuchar lo último. – Tú bromeas, déjate de chiste.

-          No es enserio.

-          Oye Ricky… es verdad. – Apoyó Ariesha.

-          Te las traes pequeño basquetbolista.

-          Quizás… bueno, vamos a jugar.

-          Espero que te unas.

-          Lo pensaré, te lo dije.

-          No pienses, solo juega.

 

Íbamos a ir a jugar, ahora venía un partido para pre-calentar… pero Ariesha me abrazó de la nada y yo también la abracé…

 

“Tú sí quieres participar en la inter-high… puedes compartir con Dasha, salir con tus amigos, escribir, ser parte del club de blogs y también puedes jugar baloncesto… no te límites a ti mismo”

 

Ariesha me soltó y se fue… Esa voz, me es familiar, melancólica… yo la he oído en algún lugar, en algún espacio de mis recuerdos vive esa voz… ¿Cuándo llegó allí? No lo sé.

 

Sonreí y jugué como nunca… con Ricky entablamos un duelo bastante bueno y reñido, mientras que Luna y Ariesha también.

 

Estaba feliz… sonreía con todo el corazón, esa voz, me hizo liberarme un poco… quizás participe en la inter-high.

 

El partido terminó felizmente, me entretuve mucho y conocí a dos personas muy agradables. El alto de Ricky es muy simpático y sociable, en contraste con su novia Luna muy tímida pero cuando habla sabe decir lo justo y necesario… ellos eran pareja quizás hace cuanto, eran amigos de infancia… deben tener muchos recuerdos agradables… Cómo los que debería tener yo.

 

Iba a entrar nuevamente en esos pensamientos cuando alguien me dio un pelotazo en la espalda… era Marcus y detrás venía Jessica.

 

-          Hola… tarado.

-          ¿Qué tal, imbécil? ¿Todo bien?

-          Claro, claro… te veías muy feliz en la cancha.

-          ¿Enserio?

-          Sí, sonreías un montón y de hecho, aunque no deba reconocerlo, tienes mucho talento para esto.

-          No creas que te agradeceré.

-          No lo esperaba. Tonto. – Golpeamos nuestros hombros con nuestros puños.

 

Ariesha llegó donde estábamos nosotros, ya estaba bañada y lista para irse a casa. Mis amigos me dijeron que me esperarían, yo aún debía bañarme y cambiarme ropa. Así que fui rápidamente a los baños.

 

¡Ah! Qué ducha tan agradable. Me cambié ropa lo más rápido que pude y cuando salí estaban todos esperándome, incluidos Ricky y Luna.

 

-          Hey… te esperamos, vamos a casa. – Dijo entusiasta Ricky.

-          Está bien… vamos.

-          ¡Vamos! – Gritaron todos. Incluso… me emocioné un poco.

 

Llegamos a la salida del colegio, todos reíamos, conversábamos y nos comenzamos a conocer. Era realmente agradable estar así con todos. Estábamos a una cuadra más o menos de la salida del colegio, el viento soplaba agradablemente… Llevaba mi bolso en mi hombro mientras lo sostenía con mi mano. Ariesha botaba un balón de baloncesto. Ricky llevaba en su espalda a Luna, que se había lesionado el tobillo. Jessica iba a lado mío y Marcus tomaba su largo pelo mientras caminaba con su bolso a la altura de su cadera… Si alguien nos viera así, diría que éramos amigos desde hace tanto tiempo.

 

Sonreí por un segundo, estar con todos ustedes es hermoso, estar con todos estos desconocidos pero con ciertos recuerdos, es tan maravilloso… solo somos desconocidos, pero sin darnos cuenta, estoy seguro que seremos amigos. Pero me sentía vacío... algo faltaba.

 

 

 

Mientras soñaba despierto Jessica me interrumpió.

 

-          Te olvidas de alguien… Hay una muchacha sola en la puerta de nuestra escuela.

-          ¡Mierda Dasha! – Sin darme cuenta comencé a correr.

-          Tonto. – Escuché a lo lejos gritar a Jessica.

 

Todos se sorprendieron y se detuvieron a mirarme… corrí con toda mi velocidad aunque estuviéramos a una cuadra y media, dejé mi bolso tirado allí y simplemente corrí.

En un instante estaba en lado de Dasha… su cara tenía un aura oscura y triste… No puede ser que el primer día, ya haya metido la pata.

Suspiré, estaba un poco cansado, el baloncesto me había dejado maltratado, las piernas me dolían mucho.

 

Ella me miró.

 

-          Hola… - Articulé.

-          No debiste correr… solo con que caminaras estaba bien… tonto, cuídate. – Me abrazó muy fuerte. – Es de mala educación irse sin su novia.

-          Perdóname, es que, te busqué en el pasillo y en la salida y no estabas, creí que te habías ido.

-          No rompería mi promesa de irme contigo. ¿Vamos? – Sonrió. Esa sonrisa casi me hizo llorar… no lo sé, pero ella se veía tan hermosa con esa sonrisa en su rostro. Sin querer… sin saber lo que pensaba, en ese instante… en frente de todos, la besé. Quedó sorprendida… el beso no fue muy largo ni muy corto, no fue con lengua, solo nuestros labios tocándose por primera vez. Me alejé de ella estábamos muy rojos los dos…

-          Perdóname… no era mi intención.

-          ¿Qué sucede? Somos novios… esto es normal, pero… eres un tontuelo. ¡Vamos! – Me tomó de la mano y corrimos donde estaban todos esperándonos.

 

Marcus y Ricky su cara lo decía todo, sobre todo la de Ricky que al parecer aún no me creía que Dasha era mi novia. Luna miraba con ternura como nos tomábamos de las manos. Jessica estaba feliz y Ariesha igual… entonces, seguimos caminando.

 

Ahora estábamos completos… el vacío que sentía era Dasha. Ella era la pieza que faltaba entre todos, ahora nuestro grupo está completo. Caminamos en la misma pose que íbamos todos antes, pero ahora… mi cara estaba roja, porque una pequeña muchacha con cabellera rubia, apoyaba su nuca en mi hombro mientras cogía mi mano. Esto era especial.

Aun así, comencé a sentir otra sensación de vacío… parece ser que alguien faltaba entre nosotros.

 

Nos subimos al metro… y todos nos fuimos a nuestros hogares.

 

Jessica me miraba y me abrazó mientras esperábamos el autobús, hacía mucho frío y también la abracé… ella, de entre todos, a pesar de ser un poco fríos ante todos, ella era a quien más quería de todos.

 

-          Fue un gran día… - Acoté.

-          Sí, lo serán así siempre. Mira viene el autobús.

 

Nos subimos al autobús y llegamos a nuestro hogar, saludamos a Cecilie y nos fuimos a nuestra habitación a hacer nuestros deberes y luego salir por allí.

 

Mientras hacía mi tarea me llegó un mensaje de alguien.

 

“Hoy la pasé muy bien a tu lado Rión, si esto sigue así… no sé qué pasará. Pero me gustas Rión, espero que todos los días sean así. Tú novia, Dasha”

 

Sonreí inconscientemente. Ella… me iba a enamorar si seguía así.

 

“Yo igual la pasé bien, no puedo esperar a verte mañana, duerme excelente y recuerda Dasha, siempre para ti… Rión”

 

Sonreí de nuevo, creo sinceramente que ahora como estoy sonriendo yo, sonríe ella.

 

Cerré el celular y continúe haciendo mis deberes.

 

 

Capítulo 8: Noche y visitante inesperado.

 

Ya había terminado los deberes. Me costó un poco y claramente Jessica los había terminado antes que yo. Era una tarea de Biología que mandó la profesora, sinceramente, biología no era mi fuerte, pero pude finalizarla y comprender un poco mejor la materia.

 

Fui al comedor a buscar algo de té y comida. Me encontré con Jessica y Cecilie que miraban televisión, una novela un tanto rara. Yo no veía mucha televisión.

Aun así me senté con ellas a compartir un poco.

 

-          Ara, ara… estoy alegre de que estemos todos reunidos.

-          Sí. Es raro, pero se siente cálido estando los tres aquí. – Acotó Jessica. Sonreí.

-          Es un ambiente familiar.

 

Las dos mujeres respondieron con una alegre y gigante sonrisa. Me querían y yo también.

 

La novela que daban por televisión se había acabado. No la vi, así que no sé qué pasó. Jessica y Cecilie suspiraron y bostezaron casi al mismo tiempo. Consulté mi reloj, eran las 8; 30 de la noche… tengo ganas de ir a conocer el pueblo en mi segundo día.

 

Invité a Jessica.

 

-          ¿Un paseo de noche? ¿No te parece? Hay muchos lugares que me gustarían visitar… si pudieras acompañarme estaría feliz.

-          Me encantaría… pero ya sabes, mi mamá manda aquí.

-          ¿Cecilie? Yo la cuidaré.

-          Bueno… no puedo negarme, te la encargo. – Dijo felizmente, mientras comenzaba a barrer un poco el hotel.

 

La noche estaba un poco helada, así que nos abrigamos. Ella llevaba una bufanda morada que le quedaba muy bien, unos jeans azules oscuros ajustados, una remera negra, con un chaleco morado… además de un pañuelo azulado, se veía realmente estupenda.

 

Mientras que yo, el joven Rión, solo llevaba unos pantalones gastados, una remera estándar de color amarilla y una chaqueta de cuero negra, además de mi infaltable gorro morado.

 

Saludamos y regaloneamos a Sam, parecía con frío, pero en ese instante Cecilie lo dejó entrar. Nos tranquilizamos, al menos, dentro estará calentito.

 

Cruzamos ese típico pasaje donde encontré por primera vez a Sam y llegamos a esa placita… no habían muchas parejas esta vez, así que nos sentamos cómodamente y comenzamos a charlar…

 

Las hojas caían y el viento soplaba de una manera tierna. La conversación era muy fluida y también muy cómica. Hablar con Jessica era muy entretenido. Esta afinidad que teníamos era lo que me hacía quererla más que a nadie y tenerle plena confianza, a pesar de lo poco que nos conocíamos.

 

Jugamos un rato en esos típicos juegos de plazas, en los columpios, subibaja y los demás juegos. Lo que iba de noche, me había reído mucho… estaba muy feliz.

Cuando nos cansamos de jugar, fuimos al minimarket, teníamos un poco de hambre a pesar de haber comido hace poco. Aunque la hora pareciera que se hubiera pasado volando, ya eran más de las nueve. Seguimos caminando hasta llegar al minimarket y a la parada de autobús.

 

Entramos y con el dinero que teníamos nos alcanzó para una bebida, unas papas fritas de tamaño mediano y unas latas de fideos fríos. Eran extrañas… nunca los había probado, de hecho, nunca había oído hablar de ellos.

 

Al pagar y salir del minimarket, nos sentamos en unas bancas que están de inmediato de salir del minimarket. Abrimos la bebida y las papas fritas, los fideos lo dejaríamos para después.

 

Estaban crujientes y la bebida estaba más dulce de lo normal.

 

-          ¿Qué te parece el pueblo? – Jessica me preguntó mientras se echaba un puñado de papas fritas a la boca.

-          Es pequeño, pero es agradable. Me gusta, es muy tranquilo también. – Respondí tomando un trago de bebida.

-          Me gusta haber nacido aquí… es pequeño, es tranquilo, tiene un aura nostálgica… me recuerda a muchas cosas. – Su tono fue un poco de tristeza, intenté animarla abrazándola.

-          Los recuerdos son hermosos, son nuestros tesoros invaluables, pero hay algunos que hay que olvidar. Los recuerdos, al fin y al cabo, son solo promesas que se cumplieron, o en su defecto, promesas y mentiras rotas que simplemente quedaron en eso… promesas. Esos recuerdos, son oscuros y con el tiempo comenzamos a olvidarlos. – Jessica río… yo igual.

-          Tienes razón Rión. Creo que es mejor olvidar esos recuerdos, aunque… es muy fácil decirlo. Mis recuerdos y pasados me condenan, no soy quien crees que soy, y eso… me apena muchísimo.

-          Hey, no te deprimas, no conozco tu pasado y sí algún día lo oyera, no dejaría de quererte por él, tú eres tú, y eso es lo que vale. El pasado es pasado, el presente es presente y el futuro es solo el futuro, yo no te voy a condenar por tu pasado, te voy a querer por tu presente y anhelo estar en tu futuro.

-          Tonto… no pensé que una persona, con solo palabras podría darme tanta tranquilidad. – Ella miró al cielo. – Supongo que es un regalo tenerte aquí, conversando conmigo.

-          No soy una especie de regalo, solo soy tu amigo… y como amigo no puedo fallar, además, vivimos en la misma casa, vamos juntos al colegio… estoy siempre en tu vida. Si hay algún regalo que alguien nos dio, ese es el de poder pasar el día juntos, todo el tiempo.

-          Ahaha, debes tener mucha razón, eso es un regalo. Me pregunto qué pasará si algún día llegaremos a separarnos… ¿Cuándo salgamos de la escuela… seguiré viéndote? ¿Seguiré viendo a todos?

-          No lo sé, ni si quiera yo sé si los veré y sinceramente no me lo he preguntado… esto apenas está empezando. Lo sé, algún momento acabará, pero como acaba de empezar… ¿Por qué preocuparnos por lo que sucederá al final? Solo intenta crear los mejores recuerdos con todos, intenta cumplir las promesas… O al menos, eso es lo que yo haré.

-          Supongo… al menos, por ahora la estoy pasando muy bien con todos, no quisiera alejarme de nadie.

-          Eso no sucederá si no quieres.

-          ¿Seguro?

-          No del todo, al menos… no sé si puedas contar con los demás, pero yo te hice una promesa el día que nos conocimos, ósea… ayer. Yo voy a ser tu amigo siempre, por encima de los demás… tú eres a quien más admiro.

-          ¿Y Dasha?

-          A ella la quiero, a ti también, pero de formas diferentes. Yo no sé qué pasará con Dasha el próximo mes, mañana o la semana que viene… pero solo quiero vivirlo, quiero vivir el club de blogs con ustedes, quiero vivir el baloncesto con Ariesha, Ricky y Luna, quiero vivir esa guerra de literatura con Marcus y sobre todo, quiero vivir en el colegio contigo y con todos.

-          Tonto, esto me hace sentir más melancólica al pensar que algún día, todos se irán.

-          Todos se van en algún momento. Todos dejamos una vida detrás, tú no tanto, quizás tengas amigos, no lo sé. Pero todos nosotros, dejamos una vida atrás, solo por embarcarnos en este viaje, extraño muchos a mis amigos, esas tardes de baloncesto, esas tardes regalándole poemas a mis amigas, esas noches bohemias con todos… ¿Más sabes? Aquí conocí a personas mejores.

-          Ahaha… tienes razón conocimos a personas mejores, eso me alegra.

-          No estés triste, esa no es la Jessica que todos queremos, además, es muy luego para ponerse triste. Ríe y luego llora, no llores sin reír y ahora… es el momento de reír.

-          Eso haré, todos vamos a sonreír ahora, Rión, todos.

-          ¡Oh sí!

 

Reímos y comenzamos a hacernos cosquillas, por fin Jessica había dejado ese estado melancólico, no me gustaba verla así. Ella es alegre y sinceramente… aunque me cueste un mundo, yo voy a ser su amigo y apoyo siempre.

 

Las papas estaban por acabarse, no sé qué horas eran, pero creo que por hoy, comeríamos los fideos y luego nos iríamos a dormir. Estaba cansado por el baloncesto y aunque yo fui el que quiso salir, lo único que quería era dormir.

Las papas, luego de dos o tres puñados se acabaron y la bebida estaba en las últimas. Pasó el autobús y se detuvo enfrente de nosotros.

 

-          Es tarde, debe ser el último.

-          Sí… comamos los fideos y luego nos vamos Rión.

-          Mañana continuamos con el tour.

-          Sí, hoy estás cansado por lo de baloncesto… ¿Verdad?

-          Lo siento, sé que yo insistí en venir, pero el cansancio me llegó. Lo siento.

-          Bah, no te disculpes… yo igual estoy cansada, además… nos queda mucho tiempo juntos para recorrer no solo este pueblo si no Londres entera. – Dijo con una sonrisa de oreja a oreja.

-          Obvio, mucho tiempo. Una vida entera.

 

Reímos simultáneamente. El autobús aún no se iba… era raro, no se demoraba tanto.

 

Alguien bajó… Jessica y yo casi morimos de un infarto. Nos miramos y luego miramos nuevamente al frente ¿Qué hacia él aquí?

 

Ese pelo largo en el viento… esa manera de coger su bolso en su cadera, esa cara de… de… imbécil. Marcus.

 

Se acercó relajado, como si nada ocurriera a nosotros.

 

-          Saludos… ¿Cómo les va? Una coincidencia encontrarlos aquí.

-          Eh… Nada de “Saludos” ¿Qué haces aquí? Es muy tarde.

-          Escuché que tú vivías con Jessica, en su hotel… Dios sabe que cosas intentarás hacerle, así que he decidido venir a vivir en el hotel de Jessica. ¿Supongo que hay cupo? – Jessica y yo nos miramos, creo que me desmayé.

-          Hey, hey… Sé que te caigo mal o cualquier otra cosa, pero… ¿No crees que es mucho castigo tener que soportarte en el instituto y ahora fuera de él? Te estas excediendo.

-          No vengo por ti… vengo por protección de Jessica, tú eres un bestia.

-          Marcus, enserio… ¿A qué viene todo esto?

-          Es por eso, enserio. Volviendo al tema ¿Puedo quedarme Jessica?

-          Eh…, sí. Supongo. No debe haber ningún problema.

-          Tengo un poco de dinero.

-          No, no te preocupes por eso. – Acotó enseguida Jessica. – Por ahora, no tienes que pagar nada.

-          Gracias.

 

 

 

Jessica se ofreció a comprar otro tarro de fideo. Mientras compraba, Marcus se sentó en lado mío, me preguntaba por qué vino. No me molesta, para nada, pero hay algo detrás de esto.

 

-          Está bonita la noche, las hojas caen, es todo muy conmovedor por aquí. – Lo miré.

-          ¿Cuál es la razón?

-          ¿De qué? – Respondió irónicamente.

-          De que estés aquí, no es por eso de Jessica, solo una boba como ella se lo creería. – Quiero a Jessica, pero es boba. Marcus rió.

-          Parece que eres más hábil de lo que pareces… Nada, solo que, el dinero se me acabó y no puedo pagar el hotel. Mis papás no van a enviarme dinero hasta el próximo 29 de Marzo, así que no tengo donde ir.

-          Hm… pudiste haber dicho eso.

-          Necesito mantener mi dignidad ante Jessica. Me avergonzaría si me viera de esta forma.

-          Jessica es Jessica, no se necesita ser digno ante ella… lo sabes.

-          Yo sí lo necesito… estamos en una posición distinta. – Sus ojos comenzaron a brillar… este tipo…

-          ¿Te gusta verdad? – Sonrió de manera sorprendida.

-          Sí, eres muy hábil. No es que me guste, solo es que… cada cosa que hace me parece única, no sé qué es este sentimiento, pero quiero seguir explorando estas sensaciones.

-          Hm… eres un imbécil, jamás Jessica se fijaría en ti.

-          Tienes razón… aunque no me importa lo que digas, yo solo seguiré siendo el mismo frente a ella, mientras sigo aclarando mis sentimientos… idiota.

 

Iba a responder pero Jessica llegó con el tarro de fideos. Marcus observé muy bien como actuaba, su mirada, su tono de voz y el brillo en sus ojos cambió. Él volvía a ser el mismo de antes. Es increíble, como la gente a veces tiene que fingir sobre sus sentimientos, sobre lo que sienten… pero si eso está bien para ellos, lo respeto… al fin y al cabo, todos siempre ocultamos sentimientos dentro de nosotros.

 

Comimos los fideos, reímos un rato. Lo de Marcus me dejó pensando… ¿Podrá ser capaz de conquistar a Jessica? No lo sé, aunque puede que sí, están juntos en el colegio y ahora van a vivir juntos igual que yo. Quizás con Jessica, no somos un dúo… si no que un trío… Jessica, Marcus y Yo.

 

Luego de eso, llegamos al hotel. Cecilie aceptó encantada al nuevo visitante. Nos preparó un poco de té, lo bebimos mientras seguíamos riendo, de hecho, este día… esta noche, iba muy bien.

 

Luego de eso, nos despedimos… y cada uno fue a dormir.

Antes de dormir pensé en que fue un extraño día, una extraña noche y sobre todo… un inesperado visitante.

 

 

Capítulo 9: Ha pasado el tiempo.

 

 

El sonido del despertador… ese maldito “Ring” que a cualquiera amarga. Había pasado un tiempo desde que Marcus comenzó a vivir con nosotros. Descubrimos con Jessica, que realmente es un buen dueño de casa. Hace una comida realmente buena y siempre ayuda en los deberes, a pesar de que Cecilie se niegue. Y hoy, no era la excepción.

 

Hizo un rico desayuno, aunque teníamos, los tres, un sueño atroz, el ánimo no decaía, la escuela iba bastante bien, así que… aunque nos encuentren raro, en cierta medida, nos gustaba ir a Itsuka.

 

Abrimos la puerta y nos despedimos de Cecilie, ahora no éramos dos, sino que tres. Sam, el perrito del hotel, también había recibido de manera muy amigable a Marcus. Todos acariciamos a Sam, y luego nos marchamos a esperar el autobús, qué, últimamente se había vuelto muy veloz. Hoy no era la excepción, apenas nos sentamos en el paradero, el autobús, pasó enseguida, nos subimos y estábamos de camino a la escuela. Miré mi reloj, nos quedaba media hora.

 

A la misma velocidad que tomamos el autobús, éste llegó a la ciudad y a la estación. Por aquí no había muchos estudiantes, por decir, que prácticamente éramos los tres, nada más.

 

A medida que las estaciones pasaban y pasaban, más estudiantes de Itsuka se adherían al vagón. Nos saludamos con casi todos. Éramos bastante conocidos ya, en el colegio, creo que habían pasado unas dos semanas.

 

Nunca me fijo en la estación, pero siempre en una… se sube una muchacha de pelo rubio alargado, se ve muy suave, con su uniforme azul con líneas doradas, planchado… una cinta alrededor de su cuello y también en su cabello, sus mangas que le quedaban un poco largas, le daban un aspecto tierno, su falda y sus pantis bien sexys  y sus zapatos bien lustrados… Ella era Dasha, mi novia.

 

Siempre nos mirábamos y nos saludábamos de beso en la mejilla, casi rozando los labios. Me he dado cuenta que en este instituto, en este ambiente, las relaciones van más lentas. Lo he notado en todos. En mi país, la cosa es un poco más rápida. Con Dasha, no nos hemos besado muy a menudo y no es que me moleste, para nada, solo que es un poco diferente a lo que estoy acostumbrado, pero a la vez, esto le da un toque diferente a lo que he vivido, como ella dijo, esto es algo especial… también aprendí a valorar mucho más los besos.

 

Dasha, se llevaba bien con Jessica y Marcus, así que siempre nos íbamos los cuatro, en el último vagón, conversando y riendo. Yo siempre iba apoyado en la pared del vagón, Jessica y Marcus siempre estaban mirándome de frente y Dasha… se ponía delante de mí, y yo la abrazaba por detrás… siempre podía oler su pelo, siempre tenía un olor fascinante y refrescante.

 

Mi aspecto, según lo dicho por Jessica, había mejorado un poco. El uniforme que mis padres me compraron inicialmente era muy… como decirlo, muy poco ancho para mi estilo de rapero. Así que hace un par de días llamé a mis padres para que me mandaran dinero y poder comprar un uniforme de una o dos tallas más y así adecuarme a mi estilo. Además que Itsuka nos dejó llevar gorros. Mi uniforme azulado con líneas doradas era más ancho, combinado con mis zapatillas de baloncesto (No practicaba muy a menudo, pero siempre me gustó la ropa y las zapatillas de baloncesto) también una remera y el polerón ancho… incluido el gorro, estaba más adecuado a mi estilo. Con Dasha hacíamos una linda pareja.

 

Entre risas y risas, palabras y pensamientos, llegamos a Itsuka. Bajamos, de hecho… todos bajaron. Era un mar de gente, como siempre, nada nuevo. Todos llegamos a la entrada, sanos y salvos. En un instante estábamos en Sunshine, saludamos a Ariesha, ella siempre se veía muy animada.

 

Las actividades del club de blogs empezaban hoy. Conseguimos una sala para poder hacer nuestras actividades tranquilo. Como decirlo… teníamos el apoyo de una del consejo estudiantil, estaríamos bien. Hoy es jueves 29 de marzo.